Síndrome de hubris

Diana Luzuriaga

Muchas veces nos preguntamos ¿por qué los políticos son los mismos y no permiten renovar cuadros? Cumplen un periodo e inmediatamente buscan reelección. Ojo, hay honrosas y escasas excepciones de líderes que, por su preparación y experiencia en el ejercicio del servicio público, logran ganarse la consideración de los votantes de forma indiscutible.  Pero el común denominador en nuestro lindo Ecuador es repetir el menú electoral, aunque estemos hastiados. 

Este fenómeno recurrente me ha llevado a investigar el síndrome de hubris, que afecta el cerebro ante la exposición prolongada a círculos de poder, es decir no solo los políticos sino sus equipos lo padecen, esto responde el ¿por qué la gente cambia, se vuelven arrogantes, solapan corrupción, atentados contra la naturaleza, etc? Los Psiquiatras explican que no es un trastorno ni una enfermedad, sino, una intoxicación, como los efectos de las drogas o el alcohol.

En el libro “En el poder y en la enfermedad” David Owen sostiene que para que la persona pueda “curarse”, basta con que pierda su poder. ¡Maravilloso! está en las manos del pueblo curar a tantos contagiados, cuando los reconozcan, recuerden que nuestro voto es la vacuna

Ya lo dijo Simón Bolívar “Nada es tan peligroso como dejar por largo tiempo a un mismo ciudadano en el poder”. En tal sentido, una sociedad democrática debe contar con políticos que impulsen nuevos liderazgos, donde la ciudadanía tenga referentes que sean portavoces de las necesidades de su comunidad y planteen soluciones. “Un líder es aquel que conoce, hace y muestra el camino.” Esa es la lógica que nos lleva a concluir que la renovación de gobernantes es fundamental para la democracia y para evitar los monopolios políticos.

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