Podemos definir al humano desde muchas esferas, tanto desde la anatomía, filosofía, la moral o desde cualquier punto de vista que se nos plazca; la humanidad no solamente es parte de lo físico sino también de aquellas cosas por las cuales nos diferenciamos del resto de la creación. Darle una definición única puede ser algo peligroso, ya que humanidad es mucho más que caminar sobre dos pies, poder hablar o sentir lo que ocurre a nuestro alrededor.
Según la Filosofía, el ser humano, considerado como individuo, es una unidad indivisible, dotada de alma y espíritu, cuya mente funciona de manera racional: tiene conciencia de sí mismo, capacidad para reflexionar sobre su propia existencia, sobre su pasado, su presente, y sobre aquello que proyecta en su futuro, así como para discernir entre aquello que en una escala de valores se le presenta como lo bueno y lo malo, lo correcto y lo incorrecto, o lo justo y lo injusto.
Desde el punto de vista anterior, podemos determinar que el ser humano, no nos hace perfectos, podemos equivocarnos, afrontar una responsabilidad sobre el error, podemos estancarnos en lo que ya está hecho y reaccionar para bien; ser humano nos hace reflexionar que, si en algo existe una limitación, podemos actuar de una manera negligente, beligerante o inteligente, depende de qué tipo de seres humanos estemos hablando.
Si nuestro actuar solamente estaría limitado a hacer todo por impulsos o por lo que instintivamente sentimos por lo que vemos, bien podrían ser llamados animales, respondiendo con violencia, actuando según sus impulsos caídos dictan, agruparse con otros animales para hacer el mal a la humanidad, ya que el hombre que no posee una conciencia o que su actuar lo lleva a satisfacer sus deseos es solamente comparable con una bestia.