Reloj del apocalipsis

Verónica Narváez

Verónica Narváez Terán

Recuerdo de mi infancia que, al viajar por la vía Alóag, había una piedra grande en la que estaba escrito algo así como: «Arrepiéntete, la venida de Cristo está cerca». Creo que, siendo aún niña al leer eso entre la montaña y el precipicio de la vía, y sin saber nada del libro del Apocalipsis, sentía más miedo que esperanza. ¡Igual me arrepentía de no sé qué! Confieso que aún me asusta pasar por la vía a Quito, así como también leer sobre los cuatro jinetes, las bestias y las trompetas del Apocalipsis.

Ya en ese entonces, a nivel mundial, existía una referencia al tiempo del juicio final, un reloj llamado del Apocalipsis creado en 1947 por un grupo de científicos, quienes también estuvieron involucrados en el proyecto para construir la bomba atómica. Este reloj se creó con el propósito de concienciar sobre los peligros del uso de armas nucleares, representando la amenaza de la destrucción total de la humanidad, simbolizada como la medianoche. El reloj, que empezó con las 23h53, ha experimentado avances y retrocesos en la historia. En sus ajustes, se ha considerado la amenaza del cambio climático y el avance tecnológico.

Durante la Guerra Fría, por ejemplo, el reloj estuvo a 2 segundos de la medianoche, y en 1991 se extendió a 17 minutos de la catástrofe mundial. Desde el 2007, se incluyó el cambio climático como una variable para la destrucción de la humanidad, y ahora existe una reducción progresiva en los segundos en el tiempo. Finalmente, nos encontramos a 90 segundos de la medianoche.

El mensaje en la piedra duró solo una década, pero nos queda el reloj ajustado por científicos para recordar a la humanidad el actuar con conciencia por el mundo.

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