Progreso social infantil

Emily Torres Larriva

La conmemoración del Día Internacional del Niño necesita ir más allá de regalos, presentes y celebraciones, que han comercializado esta fecha dejando de lado su único designio; ¡reflexionar! ¡reivindicar! ¡demandar!

La ola de violencia presente en el país y en el mundo afecta y preocupa a todos, según la UNICEF cerca de 250 millones de niños de todo el mundo viven en zonas de conflictos, y 75 millones son menores de 5 años. Según un análisis de la UNESCO, el 38% de los estudiantes del Caribe y el 26% de los estudiantes de Centroamérica informaron estar involucrados en una pelea física. El mismo análisis afirma que el 32% de los estudiantes en América del Norte y el 30% de los estudiantes en América del Sur informaron haber sido acosados. La violencia cuesta la vida de cientos de jóvenes en la Región de las Américas. Los homicidios son una de las principales causas de muerte de niñas, niños y jóvenes, en particular de hombres y niños de 15 a 24 años en las Américas.

En todos los casos la violencia perpetrada a niños tiene severas e indelebles consecuencias a nivel físico, psicológico, y social.

La violencia que tanto nos preocupa tiene su origen en la serie de eventos que venimos arrastrando años atrás, cada niño que deja de estudiar, que es abandonado, que es violado, que es ultrajado y explotado se convierte en una persona con un futuro incierto; los costos sociales de toda esta desatención son irreversibles. Estos niños prematuramente se ven involucrados en crimen organizado y pandillas de las cuales estamos invadidos.

Que esta fecha, sea más sensible, más allá del comercio y el confeti, que nos permita reflexionar, sensibilizar y demandar los derechos de los niños, niñas y adolescentes, las cifras hablan de lo que ocurre, que nuestras esperanzas no recaigan en los gobernantes, que los cambios puedan nacer y germinar en nuestros hogares, en nuestros barrios y recintos, de los niños será el futuro y de nosotros depende cambiarlo.

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