Thomás

Diana Luzuriaga

Hoy 1 de junio Día Universal de la Niñez, es un gran momento para compartirles una historia que demuestra el poder que tienen las palabras. Este relato trata de una madre excepcional, quien tuvo un hijo “problema” propenso a la distracción, enormemente impulsivo, lento para el aprendizaje, no tenía facilidad para comunicarse, en la actualidad se le hubiera diagnosticado como Trastorno del Déficit de Atención.

Este pequeño, llegó a desesperar tanto a sus profesores que lo expulsaron de la escuela, con una nota cuyo contenido era sumamente cruel respecto de su incapacidad de aprender. Su madre al tomar dicha misiva empezó a leer en voz alta frente al niño, cambiando la versión: “aquí dicen que eres brillante y que no están a tu nivel para prepararte como te mereces”, lo abrazó fuerte y él orgulloso de sí mismo lo creyó.

Años más tarde, al fallecer su madre, el niño convertido en un hombre célebre, un prodigio, reconocido en todo el mundo por sus aportes a la humanidad en el campo de la ciencia y la investigación, encontró entre las cosas de su madre aquella carta y descubrió que ella le había mentido, se desató en llanto y escribió inmediatamente en su diario: “Thomás Alva Edison fue un niño mentalmente enfermo, pero gracias a una madre heroica se convirtió en el genio del siglo”.

Para reflexionar: ¿Qué hubiera pasado si su madre se dejaba arrastrar por el sistema que exige un modelo perfectamente estandarizado y juzgaba a su hijo como sus educadores? Quizás no tendríamos electricidad, porque su inventor jamás se hubiera creído capaz de hacer algo asombroso ¿Cuántos genios se han perdido porque las palabras que les han dicho en su infancia los descartaron?

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