Karla Estrella Mejía
La percepción social, es el mecanismo individual que consiste en recibir, interpretar y comprender señales que provienen desde el exterior, codificándolas a partir de la actividad sensitiva. La realidad, por su parte, responde a hechos y experiencias de los que son parte los ciudadanos; estos hechos van siendo parte de las cifras que sirven para medir fenómenos sociales como el de la inseguridad.
La discusión de establecer si lo que se vive en el país es percepción o realidad se mantiene vigente, más aún después de los hechos sangrientos de las últimas dos semanas. Analizando lo afirmado por la Ministra Mónica Palencia, “el país vive tan solo una percepción de inseguridad que no refleja la realidad”; es necesario analizar lo que viven los miles de ecuatorianos que siguen siendo víctimas de la inseguridad en un país en donde el plan de seguridad se ha basado en estados de excepción y militarización en sectores.
Hablando de realidades, un informe de la Policía Nacional expone cifras alarmantes que datan el incremento exponencial de secuestros y extorsiones, reportándose 1543 de estos delitos desde enero hasta los primeros días de marzo de 2024. Las cifras de estos delitos en Guayaquil el primer trimestre de 2023 fueron 120, mientras que para el 2024 en el mismo periodo, aumentaron a 618; comparando estas cifras podemos concluir que la delincuencia no ha cesado, fenómeno que responde a su capacidad para mutar, organizarse y seguir delinquiendo.
Es necesario reconocer que hay mucho por hacer, no solo desde el Gobierno Nacional; los gobiernos locales deben trabajar desde los planes de desarrollo y ordenamiento territorial, en estrategias y acciones ancladas al proyecto de seguridad nacional, pues desde algunos años, los municipios cobran una tasa anual de seguridad que les ha permitido recaudar millones de dólares, por lo tanto, el trabajo conjunto entre GADs y Gobierno es vital, pero esto no pasará si no se trabaja en una estrategia nacional unificada de seguridad.