Rogelio Morales Cattani
Al comenzar una nueva “Semana Santa”, hay que reflexionar sobre el permanente sufrimiento de nuestro pueblo.
Escuchar a funcionarios de elección popular o de nombramiento directo decir que no son políticos, es un contrasentido, la principal razón es que no se debería ocupar cargos públicos sin que se tenga un verdadero afán de, a través de la política, servir a la gente. Otra cosa diferente es que la clase política ecuatoriana está tan desprestigiada, que a los honestos les da vergüenza decir que son políticos. La última Asamblea Nacional que terminó en la muerte cruzada y con menos del cuatro por ciento de aceptación popular lo dice todo. Dicho de otra manera, solo aprobaban su gestión sus parientes íntimos y los que se beneficiaban con sus favores, a pesar que algunos de ellos no eran gratis, sino fruto de “diezmos” denigrantes y vergonzosos.
Negar ser políticos y querer trabajar en ello, tiene varios análisis y múltiples aristas. El Apóstol Pedro, por ejemplo, lo hizo tres veces antes que el gallo cante, luego Judas se encargó del resto, es decir “traicionar al líder” y por pocas monedas vendió al Señor para luego ahorcarse. Ya de este episodio Bíblico han pasado más de dos mil años y estos actos de “negar y traicionar” repudiados por los cristianos, se siguen realizando por casi las mismas razones, DINERO.
En nuestros días muchos “feligreses” más parecen “fariseos” y hablan de “encíclicas”, toman fragmentos de la Biblia y hablan en nombre de Dios, todo para tratar de convencer a los fieles partidarios, pero como la historia suele repetirse con otros protagonistas, al Ecuador estos indolentes le han “negado” el desarrollo, la salud, la educación y la seguridad, además que otros descarados han “traicionado” la confianza popular y han negociado y vendido a transnacionales gran parte de nuestros recursos naturales. Así siguen “crucificado al pueblo” y no hay manera que sigan el ejemplo de Judas que tuvo el valor de ahorcarse.