Stalin Naranjo Bustamante
El presidente Noboa, por los éxitos alcanzados en seguridad y gobernabilidad, se ha relajado, casi al punto de bajar los brazos en su lucha contra la delincuencia. No vemos a militares en las calles, ni en redes sociales, el trabajo realizado por las Fuerzas Armadas ha disminuido, nos tenían acostumbrados a videos en los que pregonaban sus prácticas inusuales en las que hacían cantar o ejercitar a sospechosos o supuestos transgresores de la ley; y ni qué decir del control realizado en las cárceles, todo aquello provocó una acelerada subida en la popularidad del mandatario.
Este ambiente de relajamiento no le hace bien al presidente Noboa, disminuye su aceptación, cuando estamos a puertas de que el IVA suba al 15%, y por ende todo se encarezca bajo el argumento de que esa nueva carga impositiva será para la lucha contra la delincuencia; no demorará en que el movimiento indígena en alianza con organizaciones políticas que ansían el poder, se unan y proclamen marchas y manifestaciones, no por defensa de intereses ciudadanos, sino por ser un año electoral y tener notoriedad en las elecciones presidenciales y de asambleístas en febrero del 2025; o acaso estamos ante una estrategia presidencial en la que ante un incremento de inseguridad sale arremetiendo con todo en los días previos a la consulta popular.
El magnicidio de una alcaldesa, amenazas de bomba en estadios, masacres y el incremento de delitos como el secuestro y extorsión, las Fuerzas Armadas deben inmediatamente volver a las calles con el mismo ímpetu y valentía de la primera quincena de enero, eso sí, para proteger a los ciudadanos de a pie, no para atacarlos como en Palo Quemado, donde la consigna es resguardar a una empresa minera; el Gobierno debe demostrarnos que el Plan Fénix existe, que está vigente, o, si no, luego de dos semanas, cuando se termine el estado de excepción, volverá a gobernar el terror y se les cae la consulta popular y la campaña electoral por la reelección.