Mea culpa

Valeria Mesías Rodríguez 

Valeria Mesías Rodríguez 

El miedo colectivo nos hace cometer grandes errores. Uno de ellos es el culto involuntario a la violencia mediante la repetición de noticias sangrientas que hacen eco del miedo a las balas, del miedo a los robos, del miedo a las bandas, del miedo a los muertos; relatos en donde los jóvenes y adolescentes varones son protagonistas.  

Decir que hoy vivimos en el siglo de la inclusión es mentirnos. Por el contrario, es de conocimiento común que no existen condiciones de igualdad y oportunidades para este grupo etario que encabeza la crónica roja de la prensa nacional y local con titulares sobre delincuencia, guerras de bandas, sicariato, etc. 

Pero a nosotros nos ocupa el miedo colectivo, hablar todo el tiempo de la inseguridad y violencia que afectan al país, pero no pensar en sus causas estructurales ni en los responsables de la gobernanza, si no en los jóvenes, a quienes culpamos de representar un peligro y una amenaza a nuestra integridad física y mental, y a la propiedad individual y social.

Queremos legitimar la tenencia de armas; a como dé lugar necesitamos defendernos del enemigo. Reproducimos mediante la opinión pública la idea de que no se puede hacer prácticamente nada ante tal estado de anarquía. Solo encerrarnos en las casas y seguir contando a los caídos en las calles. Asimismo, la acción de las instituciones se repite al unísono: el Estado (relegar), la policía (reprimir), la escuela (expulsar), la sociedad (excluir), los medios (contar el número de muertos). 

Somos la sociedad del miedo y la exclusión. Para muestra, los jóvenes ignorados por el sistema familiar y escolar, consumiendo drogas, teniendo que pertenecer a algún bando para sobrevivir en medio de una sociedad de anomia e incertidumbre. Nos causan miedo y a veces un poco de compasión personal, pero nada más. Al final de cuentas, la supervivencia se trata siempre de salvarse a uno mismo

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