Más allá de la imitación

Ruby Mena Melo

Ruby Mena Melo

Entre la creatividad humana y la inteligencia artificial se ha establecido un territorio para el debate y la innovación. La rápida evolución de la IA ha provocado que sea aplicada en varios campos, como la música, el arte, la literatura, etc. Y con esto, surge una pregunta: ¿puede la inteligencia artificial potenciar la creatividad humana o es una simple imitación?

La colaboración entre humanos y máquinas no se limita, desde la generación de textos hasta la producción y creación de imágenes. De la misma forma, la IA brinda soluciones en generación de diseños, pero la pregunta sigue siendo similar: ¿hasta qué punto esas soluciones son auténticamente creativas?

La inteligencia artificial puede identificar patrones en grandes conjuntos de datos, puede filtrar, agrupar y priorizar grandes cantidades de información procedente de diversas fuentes y analizarlas automáticamente. También puede crear gráficos de conocimiento y ayudar a los humanos.

Aún así, no puede apoyar todas las habilidades esenciales para el desarrollo de ideas. No puede reproducir esas experiencias de la vida real ni las interacciones personales. La exploración sin un resultado concreto en mente, la adición de nuevos ámbitos de conocimiento durante el proceso y la improvisación también son obstáculos para la IA.

Es prácticamente imposible crear un sistema de inteligencia artificial basado en reglas que pudieran imitar el proceso creativo humano.

La creatividad humana también es muy subjetiva, y rara vez se podrá encontrar a dos personas que estén totalmente de acuerdo en lo que es y no es ingenioso. Los sistemas actuales pueden, en el mejor de los casos, replicar partes del proceso creativo, pero nunca recrearlo en su totalidad.

Es probable que las ideas más exitosas no provengan únicamente de pensadores brillantes, sino de aquellos que mejor sepan dirigir máquinas inteligentes sin perder de vista el “asiento del conductor”.

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