José Fabián Mosquera
Liderazgo no implica sabiduría necesariamente. Hay roles en humanos, animales, ecosistemas, en el sistema solar, galaxias y átomos. En esa misteriosa relación armónica de la naturaleza y sus ciclos.
En todo contexto cultural, hay educadores, comerciantes, agricultores, etc. Y el rol del líder usualmente no lo evocamos de forma consciente o con identidad definida, me refiero al líder interno, que dirige o guía a cada persona.
Un liderazgo consciente se basa en valores y sensibilidades despiertas, voluntad constante, visión holística, claridad del bien común del presente, no como objetivo futuro. Tiene empatía, motivación, saber escuchar y valorar el silencio, actúa y también sabe detenerse. Comprende su realidad, las ajenas y de la sociedad, las que se perciben en lo sensible, y las invisibles, como virtudes, emociones o cosmovisiones.
Entiende que cada alma avanza a ritmos diferentes, de acuerdo a su estado de conciencia, conectada a su entorno, el valor e importancia de los recursos y necesidades vitales como la seguridad y la justicia. Sabe coordinar, generar sinergia y guiar con sentido común. Valora y empodera a colaboradores, confía que su esfuerzo y aporte es de buena voluntad y acorde a sus posibilidades.
Sabe que la vía del desarrollo humano es la ética, reflexión, educación y un ambiente sereno. Reconoce su imperfección y su aprendizaje no termina, debe pulirse, y transmitir con el ejemplo, incluso al enmendar. Aprecia las vicisitudes y ve oportunidades entre líneas, con pies en el presente, y no en fantasías generadas por la ignorancia, miedos o sueños irracionales, no se pierde en su ego, no es iluso o insensible. El líder consciente desarrolla el respeto en su entorno, no obliga o impone, y el momento que lo exige, lo pierde.
Nueva Acrópolis Santo Domingo