Entre rimas y realidades

Lenin Sánchez Espinosa 

Lenin Sánchez Espinosa

¿Alguien sabe qué es la verdadera pobreza? Pues, básicamente, me referiré a la pobreza material, mas no mental. 

Cada día, en un regalo, es una sorpresa; es algo inesperado y, a la vez, anhelando. La magia de este regalo es abrirlo con cuidado y ver qué es lo que nos tiene preparado. Pues levantarnos y poner los pies en la tierra es el primer gran regalo, ya que podemos visualizar hacia dónde nos proyectamos llegar. Ahora bien, ¿tener agua para poder bañarnos es otro regalo, o no? ¡ Claro que sí! Pues nos refrescamos y salimos del letargo de toda una maratón de descanso. Tener comida es otro regalo, pues hace que tu cuerpo tome energías para esos alegres días. Ver a tu alrededor a tus seres amados y poder saludarlos es otro gran regalo; te contagias de amor y recargas fuerzas. ¿Tener un trabajo, es otro regalo? ¡ Por supuesto que sí! Pues con ello te sientes vivo y bendecido de tener una labor diaria que realizar para ocupar tu mente y mantener a tu gente. 

Ahora bien, imaginémonos qué pasa con aquellas personas que no tienen algunos de estos regalos que nos ofrece la vida. Triste verdad… Por eso, aprovechemos cada minuto del día; cada segundo es una opción para decir: yo puedo, yo quiero y yo lo lograré.

En esta grave crisis que atravesamos, cuán bien nos haría regalar algo que tenemos y nos sobra. Y ¿qué mejor que un abrazo? Pues claro, ¿quién no puede regalar uno? Hagámoslo con alguien que necesita consuelo, posiblemente esté cansado de dormir en el suelo.

Sintámonos bendecidos de tener lo que otros no, de que muchas veces derrochamos lo que otros carecen, de renegar ese día lunes para empezar la semana de trabajo, y otras personas empiezan otro periplo para conseguir uno, es increíble de cómo es la situación de cada uno. 

Todos somos hijos de un solo Dios, pero no podemos ser hermanos. Todos tenemos derecho a comer, pero solo unos sacian su hambre. Todos  tenemos derecho a la educación, pero muchos se quedan en la ignorancia. Todos tenemos derecho a reír, pero muchos lloran y sollozan. Todos tenemos derecho a una familia, pero a diario nos arrebatan a un ser querido. Tenemos derecho a gritar, pero unos pocos nos callan poniéndonos mordazas… Y así podría seguir sin parar de escribir. Es triste, pero es la verdad, y por último, era necesario recordar de cómo estamos y hacia dónde vamos.

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