Entre rimas y realidades

Lenin Sánchez Espinosa 

Lenin Sánchez Espinosa

Es increíble ver el deterioro moral de unos pocos que han puesto sus ojos en la explotación de nuestra tierra, pero es más increíble ver cómo toda una sociedad, que somos la mayoría, no hace absolutamente nada más que mirar a otro lado, como quien dice: ¡conmigo no es!

Cuán equivocados están… Solamente con palpar la drasticidad del medio ambiente es una muestra clara para nuestra quietud tan rara. Tormentas eléctricas, truenos, rayos, maremotos, tsunamis, inundaciones, desbordamientos de ríos, entre otros, sacuden nuestra tierra en distintos lugares. ¿Acaso queremos más ejemplos o fueron suficientes…?

Lo peor de todo esto es que las riquezas, de tanta explotación, acaban con nuestra nación, sacuden nuestra noción y nos quedamos sin satisfacción. ¿Las grandes cantidades de dinero, adivinen, a dónde van? Sí, exactamente, a los grandes depredadores; mientras a nosotros nos contentan con migajas, dejan hambruna, desolación, muchos animales sin hogar, especies en peligro de extinción sin la más mínima oportunidad de exigir, y nuestros gobernantes sin la más mínima intención de resarcir el daño causado. Tan solo imaginémonos a un lobo, un guepardo, un oso de anteojos pidiendo auxilio, duro, ¿verdad? A mí se me llenan los ojos de lágrimas, no sé a muchos, lo que sí sé es que esto no debe continuar; ya es suficiente la tala de árboles, ya es suficiente la minería a gran escala, ya es suficiente que a pretexto de buscar oro sigamos contaminando ríos. Ya es suficiente tanta mugre en las calles, ya es suficiente de quedarte cruzado de brazos, levántate, ecuatoriano, ya, toma tu escoba, tu pala y empecemos una minga por nuestro país.

¿Sabes desde dónde puedes empezar?, desde tu casa, tu patio, el parque donde corres, la playa que constantemente visitas, la calle que transitas, las montañas que escalas, deja de ensuciar y empieza a limpiar.

Dejemos nuestra huella en este mundo, que ahora, por cierto, pasa con una velocidad increíble, quien quita que en un abrir y cerrar de ojos ya no tengamos fuerza.

Tratemos a la naturaleza como quisiéramos que nos traten a nosotros, con dignidad, con amor, con respeto, ese que sea nuestro reto.

¿Te sumas?, el primer grito por la libertad de nuestra naturaleza debe empezar ahora; y, quien no quiera, al menos que se ponga a rezar antes que le llegue la hora.

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