Ruby Mena Melo
«El precio del mañana» es una obra cinematográfica adaptada en un futuro distópico. Presenta un mundo donde el tiempo es el recurso monetario de las personas. A partir de los 25 años, la gente deja de envejecer y cuentan con un año más de vida, siendo importante obtener, incluso robar, tiempo para alargar su existencia y sobrevivir.
La premisa central, donde el tiempo se convierte en una forma literal de dinero, brinda una reflexión sobre el significado del mismo en la experiencia humana. Se mencionan temas con relación a la desigualdad económica y social: aquellos con mayores recursos pueden prolongar su vida continuamente, mientras que los que corren con menos suerte luchan por obtener lo suficiente para mantenerse cada día; incluso agregan la frase “Los precios aumentan para asegurarnos de que la gente siga muriendo.”
La película da una crítica hacia un sistema injusto donde la riqueza está en las manos de unos pocos privilegiados, mientras que la mayoría pelea constantemente por su supervivencia.
En la sociedad actual, aunque no utilizamos el tiempo como moneda, existen desigualdades en la distribución de recursos. Aquellos que tienen mayor acceso a estos, suelen disfrutar de una mejor calidad de vida y más oportunidades para el éxito.
A pesar de esto, se presenta otra realidad de la que muchos no somos conscientes: El pobre muere y el rico no vive. En esta sociedad distópica, y en la nuestra, si es preciso decir, la verdadera muerte no es el final de la vida física, sino la pérdida de tiempo. Mientras los pobres luchan por su vida, los ricos, al enfocarse en la acumulación de tiempo (dinero), pueden no estar realmente viviendo, ya que su riqueza les impide experimentar la humanidad y la empatía hacia los demás.
Para que algunos sean inmortales, otros tienen que morir. Después de todo, no es culpa de nadie con lo que se nace.