Digitalmente desprogramados

Emily Torres Larriva

Emily Torres Larriva

Vivimos en una era ajetreada que avanza a la velocidad de la luz, cada día despertamos con nuevos instrumentos que facilitan la vida y simplifican el trabajo, el ser humano está intercomunicado de manera impresionante, videollamadas, mensajes, correos y redes sociales nos colocan a segundos de familiares, amigos y proveedores.

Hemos abreviado un sin número de actividades, pero también de sentimientos, valores y significados sociales, llegando a mutar y “evolucionar” con la tecnología. Hoy creemos que la libertad es hacer lo que me antoja, aterrizando en un mundo donde todas las conductas valen sin importar el derecho de terceros, somos amos de nuestros actos, pero no de las repercusiones que éstos ocasionan al prójimo, qué clase de innovación es esta, las normas de crecimiento del ser humano están en la lona.

No es casualidad que el índice de violencia crezca desaforadamente, no es casualidad que nos gobiernen corruptos, no es casualidad que los lugares más inseguros para niños son sus escuelas, no es casualidad el aborto en sus índices altísimos que nadie quiere debatir, no es casualidad la feminización de la pobreza.

Los valores y la responsabilidad están siendo desplazadas por mercancía e intereses personales, lamentablemente no están en el mejor momento, puesto que la fama y el placer están sobre todo principio ético y moral, nos venden en redes sociales el precio de un auto lujoso,  y olvidamos el valor de la familia, conocemos el último celular y desconocemos la humildad, embellecemos nuestro cabello y vaciamos nuestro espíritu, es más fácil comprar una tablet que adquirir tiempo para el crecimiento personal. 

La honestidad es un plato de segunda mesa que nadie quiere adquirir, el engaño y la corrupción se premia, la violencia se naturaliza y el odio incrementa.

Como dice Woody Allen “Hoy solo existe fidelidad en los aparatos de sonido”. Si queremos cambios debemos ser parte de las acciones que reviertan toda la libertad mal entendida que hoy nos acompaña. 

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