El presente artículo trata sobre la democracia como figura de orden político, entre lo ideal y lo real. Hago esta referencia como un aporte al Día Internacional de la Democracia que se celebra mañana 15 de septiembre. Es una oportunidad para recordar que la democracia es un proceso y un objetivo en si misma.
Por su etimología, la democracia es el gobierno del pueblo. Por su definición es el sistema político que defiende la soberanía y el derecho del pueblo a elegir y controlar a sus gobernantes. Ha surgido como un concepto teórico, abstracto e ideal que muchas veces no condice con su aplicación práctica, en este aspecto, tenemos variados ejemplos, uno de ellos, la forma en que nos imponen a los candidatos. La frase que comúnmente escuchamos “no hay de donde elegir, estamos entre “guatemala y guatepeor” lo refleja bastante bien.
Si la ciudadanía es una vinculación con el Estado y la vida pública, y de esa relación nace la democracia ¿de qué estamos hablando cuando el pueblo no está representado efectivamente? Se puede debatir mucho sobre el tema, pero no alcanzamos en este espacio. Por eso me limitaré a dejarlo como una reflexión y además me permitiré hacer algunas recomendaciones para darle la importancia que se merece este día: compartamos información con quienes no participan por no saber leer o a causa de alguna otra limitación, física o cognitiva; hagamos conversatorios, análisis sobre las opciones para las próximas elecciones; escuchemos propuestas, revisemos trayectoria y resultados ¿Queremos democracia? Fomentemos la ética, la moral y la cívica, solo esos pilares pueden sostener un gobierno para el pueblo, mientras no los tengamos, permaneceremos pisoteados por malos políticos y la manipulación contaminante de su propaganda. Parafraseando a Abraham Lincoln: Una papeleta de votación bien utilizada es más potente que un fusil.