De tinta y papel

Ruby Mena Melo

Ruby Mena Melo

El 23 de abril de 1616 fallecían Shakespeare e Inca Garcilaso de la Vega; a su vez, un 23 de abril Cervantes era enterrado, y nacieron y murieron otros escritores importantes. Por esa razón, esta fecha es simbólica en la literatura universal y fue escogida por la Conferencia General de la Unesco para rendir un homenaje al libro y sus autores.

Cada año, la Unesco elige una ciudad en el mundo para celebrar esta jornada. Este 2024 fue seleccionada la francesa Estrasburgo por su riqueza cultural y su compromiso por la promoción de la lectura y escritura. Esta localidad se caracteriza por su patrimonio literario y sus campañas que incitan a las personas a acercarse a libros, que incluyen también otras disciplinas como la ilustración, la música y las artes escénicas.

Un libro, en todos sus géneros y formas, es más que un objeto. Es un portal a mundos extraordinarios e imaginarios, presentándonos personajes que nos llegan a marcar, e incluso nos hacen reflexionar sobre el amor, la vida, la justicia, hasta el sentido de nuestra existencia. Es un tesoro que contiene conocimiento acumulado a lo largo de los siglos por la humanidad.

Vivimos en la era digital, en una sociedad dominada por la tecnología, ya no existe impedimento para tener un libro; leer va más allá del placer de la lectura o el mero entretenimiento, nos enriquece intelectualmente.

Pero el Día del Libro no es solo la celebración al mismo como tal o al acto de leer, sino también un homenaje a quienes hacen posible la existencia de los libros: los escritores. Con su creatividad y su pasión dan vida a historias de todo tipo. Son ellos que, por medio de sus palabras, nos abren a nuevas realidades.

La literatura no es un lujo para los privilegiados, sino un derecho importante de todos como seres humanos. El tiempo pasa y los libros siguen siendo una poderosa herramienta de conocimiento.

Un lector vive mil vidas antes de morir. Aquel que nunca lee vive solo una”. George R. R. Martin.

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