Circuito de odio

Verónica Narváez

Esta semana mis ideas dieron millón vueltas, pensaba cómo abordar mi visión del odio que se profesa en redes, busco entender de dónde nace esa necesidad de lastimar conscientemente a otro ser humano, caer en los peores insultos y agravios y aún peor hasta disfrutar de eso, y ojo- todos lo experimentamos en diferentes niveles-, salvo supongo los monjes que viven en extendida meditación y hasta desconectados de ciertas realidades del mundo.

Para Charles Darwin, no define al “odio”, dentro de las emociones básicas que tiene una respuesta fisiológica, supongo lo absorbe en la “aversión, miedo e ira” las otras 3 emociones que identifica son felicidad, tristeza y sorpresa, y entiendo serán parte del concepto de “amor”.

Al existir reacción fisiológica tanto para el odio y el amor, asumiremos que, biológicamente es parte de nuestra humanidad y podemos suponer que, el ser humano nace también con la capacidad de odiar en potencia.

En ese orden de ideas ante las emociones desatadas del odio tenemos en general un incremento de enfermedades, también es característico el aumento de testosterona, reacciones que para los neurobiólogos pueden conducir al individuo a acciones malvadas, además la actividad de los circuitos neurológicos activados se presenta como el “circuito del odio”. Estos estudios nos avizoran un posible tratamiento que regule el odio, así como la oxitocina al hablar de amor.

En uno de muchos aspectos filosóficos, para Thiebaut, el odio en política es una emoción voluble de manipular por demagogos, usada para la alteridad y define a individuos o grupos quienes pueden llegar hasta cometer delitos de odio. Finalmente, antes de caer en el “circuito del odio” manipulado en redes sociales, reflexione sobre el efecto del mismo sobre su salud, bienestar y la sociedad.

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