Ciclicidad

Yveth Romero Padilla

Yveth Romero P.

Todas las antiguas civilizaciones conocían el valor de los ciclos. La vida, la muerte, el renacimiento y la renovación siempre fueron parte activa de su vida; su día a día tenía sentido, pues, conocedores de la Ley de los Ciclos o ‘Del Eterno Retorno’, entendían el porqué de su existencia y de la ciclicidad de la vida.

Hoy, perdida la sabiduría del pasado y viviendo de prisa, no hay tiempo para reflexionar. Se toman decisiones y se planifica la vida en base a las circunstancias que ahora parecen valederas, sin ver que luego serán reemplazadas por otras, pues responden a valores temporales. No se encuentra el sentido y sufrimos o nos frustramos porque no podemos hacer realidad nuestros sueños. ¿Cómo el conocimiento de la ley de la ciclicidad puede ayudarnos?

Platón solía explicar que las grande edades de la humanidad se dividían en cuatro grupos: la Edad de Oro, como el comienzo de ciclo positivo, brillante en todo aspecto; la Edad de Plata, donde las cosas están bien pero empiezan a decaer; la Edad de Cobre, donde todavía hay algo de brillo; y una Edad de Hierro, donde el ciclo es oscuro, de caída, y muere o termina. Sin embargo, una vez cerrado el ciclo, retorna una nueva Edad de Oro. Es decir, que hay ciertas cosas que siempre vuelven, que siempre son válidas, pues son atemporales.

Estos obedecen a  un modelo perfecto, un arquetipo, diría Platón, que si logramos identificar y usarlo en nuestra propia vida, todo cobraría sentido. El filósofo nos invita a buscar lo Bueno, lo Justo, lo Bello, lo Verdadero como guías de nuestras decisiones, de nuestros actos. Entonces, La Ley del Eterno Retorno permitiría entender el porqué de los sucesos en nuestras vidas y mantener la esperanza que nos permite trabajar o actuar de manera inteligente para realizar nuestros sueños y ser más felices.

Nueva Acrópolis Santo Domingo