Orlando Amores Terán
La casta de esclavos cultivan el eufemismo, el adulo, es esbirrismo, el servilismo y el silencio cómplice, abyecto, no desarrollan la parresía, aquella capacidad de decir todo, por sus nombres propios, sin ambages, para la real comprensión de los asuntos, en beneficio general.
La casta de esclavos se caracteriza por cuidar su «estatus» particular, demostrando indiferencia por la suerte del conjunto de la Nación.
De ahí que nuestra obligación con el país, es identificar a los narcoterroristas, autodenominados socialistas del s.XXI, como los más grandes atracadores del erario nacional, de toda nuestra historia.
No tenemos derecho a darles respiro, a igualarlos en sus raterías, con otros anteriores y actuales, aún cuando fuesen peores, porque perdemos efectividad, al dispersar nuestro esfuerzo, frente a una organización criminal transnacional que no tiene parangón en el país, ni en América.
En esta guerra contra el «socialismo del s.XXI», entiéndase contra el narcoterrorismo internacional, por el modo cómo se financian, no debemos abrir un frente interno, creando conflictos regionales, con prebendarios locales, hasta neutralizar la mayor amenaza que comporta la presencia de la organización criminal transnacional regentada por el Foro de Sao Paulo, bajo la asistencia del eje terrorista Irán-Cuba.
Si no priorizamos la lucha, concentrándonos en nuestro mayor enemigo, por destinar tiempo a peones locales que hacen parte del hampa política acostumbrada a vivir del Estado ladrón; la próxima generación comentará lo que fue Ecuador antes del socialismo del s.XXI, pero lo harán con dialecto cubano, en el idioma del narcoterrorismo internacional: corrupción, pobrismo, abuso estatalista, totalitarismo.
Jamás digan que no se les advirtió.