Biblioteca viva

Yveth Romero Padilla

Yveth Romero P.

Sin duda, leer un libro físico hoy es todo un reto, e inclusive hay quien piensa que es “un signo de rebeldía”. Lo cierto es que los tiempos modernos nos obligan a ir a la par de la tecnología y por qué no optar por hacer de las bibliotecas públicas un lugar más vivo, más cercano a las nuevas generaciones que ven a las bibliotecas como lugares donde se guarda libros viejos o extraños y que para qué ir si los pueden descargar de internet.

Sea o no, con ayuda de la tecnología, una biblioteca viva es eso,  viva, permanece vital, respira y está caliente… qué mejor que seamos los mismos ciudadanos que mantengamos las bibliotecas vivas, haciendo de ellas espacios para compartir, para conocernos, para aprender y transmitir. Un libro viejo, sea digital o físico, una lectura compartida, un poema improvisado, tal vez una melodía inventada. El teatro, la narración de cuentos y la música.

Todas son opciones para mantener vivo el espíritu de la transmisión literaria y de las artes en general. Y ¿qué tal una buena película? Con seguridad hay alguna película que nos ayudó a cambiar la perspectiva de vida, y es que el cine, además de entretenimiento, puede aportar temas de reflexión o contenido filosófico. Y qué mejor que verla y compartirla en compañía de aquellos que pueden darnos su criterio acertado y filosófico o,  simplemente, lograr encontrar una respuesta a una situación particular de la vida misma. Y es que la filosofía también la encontramos en el cine, y qué mejor que rodeados de los libros de los grandes clásicos que inspiraron muchos de los guiones de estas películas.

Una biblioteca viva nos da la oportunidad de vivir el sentido de “comunidad”, donde nos reunimos, no como en antaño, a investigar para hacer el deber de clase, sino, y además, para compartir, aprender, enseñar, conocernos, y filosofar.

Nueva Acrópolis Santo Domingo