Vandalismo

Por Franklin Barriga López

La parte frontal del hotel Radisson, en Bogotá, ha sufrido ataques de encapuchados que lanzaron piedras, rompieron ventanales y ocasionaron otros daños, incluso a los inmuebles de las vecindades, donde funcionan negocios.

El mensaje que entre carteles, banderas, música protesta e insultos, visibilizaron los integrantes de esa marcha, era “no queremos fascistas”, refiriéndose a quienes se hallaban en el interior de ese lugar que, de inmediato, recibió protección policial.

El caso es que en dicho hotel se llevaba a cabo el Encuentro Regional del Foro de Madrid, con asistencia de representantes de 25 países sudamericanos y europeos, motivados por las encuestas de opinión que dan ventajas a Gustavo Petro y Lula da Silva, candidatos presidenciales en Colombia y Brasil, respectivamente.

Frente a lo sucedido, hubo en los medios la reacción inmediata de varios personajes, entre ellos Claudia López, alcaldesa de la capital de Colombia, quien declaró: “Cuánto daño hacen quienes siguen creyendo que con capuchas, vidrios rotos y papas bombas logran cambios. Solo consiguen amarillismo viral temporal y repudio social permanente”.

Lo acontecido es otra muestra de lo que realizan grupos amantes de la violencia, para impedir el libre flujo de ideas e imponer a la fuerza consignas de origen totalitario. Actitudes de este tipo se agudizan en temporadas preelectorales, como son aquellas que están viviendo los países mencionados.

El recurso de la virulencia, sea verbal o física, no debe tener cabida en la sociedad, por ello la opinión pública tiene que ser enérgica para concienciar debidamente a la comunidad y condenar, atropellos del tipo indicado, que van en contravía de la civilización.

Se puede protestar pero sin utilizar métodos propios de los trogloditas.