Huir de la guerra

Por María Paz Jervis

 Todos los días se libran guerras en distintos lugares del mundo. La guerra contra el hambre, la guerra contra el narcotráfico, contra los gobiernos dictatoriales que oprimen a su gente. Ahora también hay guerras cibernéticas, que quizás son invisibles para la mayoría de nosotros, pero tienen impacto y causan daño en todo el mundo. A pesar de que convivimos con esta realidad, la noticia de la invasión rusa a Ucrania mantiene en zozobra a la mayoría de la humanidad.

Se ha dicho que esta guerra va más allá de la destrucción y de la muerte de personas inocentes; sino que contrapone los valores de la democracia versus regímenes totalitarios. Ciertamente Europa, que ha enfrentado varios sucesos dolorosos desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, hoy se prueba frente la tensión geopolítica más determinante de las últimas décadas. La postura de la Unión Europa y de la OTAN va a determinar no solo la seguridad mundial, sino la vigencia del orden internacional.
En este escenario internacional tan complejo yo no dejo de pensar en lo que debe ser huir de la guerra; cargar a tus hijos, y dejar atrás todo lo que tienes para sobrevivir.

Las redes sociales nos permiten poner rostros a esta tragedia. En estos días identifiqué a una tuitera, Oleksandra Zubal, oriunda de la ciudad de Leópolis. Trabaja asesorando a emprendedores y es cofundadora de una plataforma para brindar soluciones comerciales. Oleksandra ha publicado fotos de ella y de su hija de 3 años durante estos últimos días. Nos relata su periplo para huir de la guerra. Llevan también a sus dos gatos, su perro y un loro que rescataron de una persona que no pudo seguir el camino. Pasaron 3 días sin comer un plato caliente; se han refugiado en estaciones subterráneas de tren y han viajado en su auto.

En similares condiciones están algunos compatriotas y miles de personas que hacen filas de más de 30 km de longitud en la frontera con Polonia a una temperatura muy baja, de frío extremo, sin alimentos, bebidas ni baños. Mujeres y niños han hecho filas de más de 36 horas para intentar subir a un tren que les ayude a huir de la guerra. Para los hombres, esa no es una posibilidad.

En medio de tanto dolor e impotencia, es inaudito pensar que todavía algunos políticos latinoamericanos justifiquen a los dictadores y cuestionen la defensa del régimen democrático. Precisamente porque en todas partes surgen esos líderes monstruosos es que la democracia constituye la única garantía de limitar su codicia y su maldad.