Un país que dejó de creer

Ugo Stornaiolo

Encuestas de Ipsos y Cedatos señalan que solo el 5% de los ecuatorianos cree en los políticos y el porcentaje aumenta poco (a 14%) para los jueces y el sistema judicial. Se percibe que los políticos perdieron hace mucho su conexión con los ciudadanos y se dedicaron a sus intereses personales. Una de las frases más escuchadas en conversaciones es: “metámonos en política, robamos unos años y vivimos bien el resto de la vida”.

 Cuando las encuestas exponen la aceptación que tienen instituciones como las Fuerzas Armadas, queda claro que la gente prefiere acciones concretas frente a la delincuencia organizada y no discursos o leyes que pierden fuerza tan pronto como son promulgadas. La figura de los jueces elevó su percepción desde noviembre pasado por las actuaciones de la fiscal Diana Salazar, con el caso ‘Metástasis’ posibilitando un intento para sanear el sistema judicial.

Políticos y jueces son los peor valorados según Ipsos. Las instituciones con mayor credibilidad son las FF. AA. con el 80% y la empresa privada con el 57%. El presidente Noboa tiene un llamativo 69% de aceptación (una buena señal para su propósito de reelección) y le sigue la fiscal general, Diana Salazar con el 53%.

Los estudios de Cedatos matizan la calificación -baja- de los políticos al señalar que 30% de las personas consideran que “los partidos políticos son importantes”. Las percepciones bajan porque en el país no existen partidos orgánicos, sino grupos de amigos que se juntan para tomar el poder, lo que pasa desde que la Revolución Ciudadana aniquiló a los partidos tradicionales.

Analistas como Lolo Echeverría dicen que “la ciudadanía desconfía de los políticos porque piensa que todos son mentirosos. Hay un dicho que reza que el político ni dice lo que siente, ni hace lo que dice, y esto lo estamos viendo en la práctica”. Para la mayoría de la gente lo que hace la Asamblea deja sospechas: pactos y amarres ocultos con efectos adversos (el aumento del IVA), pese a peroratas de grupos como los correístas y socialcristianos que, para la percepción popular, mantienen un pacto bajo la mesa en tres períodos de gobierno.

La asamblea no se levanta. De la pésima evaluación en los períodos de Correa (los “levanta manos”), Moreno (aceptación de apenas el 8%), Lasso (bajó al 5%) y ahora, cuando mantienen el nivel de rechazo, demuestran lo que Fabián Corral sugiere como “la falta de elites” para gobernar el país. Elites escondidas, otras que se sumaron al poder de turno o las que no aparecen, por sus conveniencias. Por eso el país dejó de creer.