“El ejemplo de Clemente Yerovi”

Ugo Stornaiolo

Todos dicen que fue una coincidencia: la primera reunión entre el presidente entrante Daniel Noboa y el saliente Guillermo Lasso se desarrolló con un cuadro de fondo como marco: el del mandatario interino Clemente Yerovi Indaburu, que gobernó al país por corto tiempo: del 29 de marzo de 1966​ al 16 de noviembre de 1966 (apenas ocho meses). Son casi 60 años.

Entonces, como ahora, el país estaba en el caos y crecía la protesta contra el régimen militar. Paros, universidades a punto de desaparecer, muertos, heridos y muchos presos. “Era el saldo de la lucha entre el pueblo inerme y las fuerzas militares», escribía la revista ‘Vistazo’.

Se combatía en Cuenca ante la represión de los militares. A fines de marzo, el Estado Mayor presionó a la Junta Militar para que cesara sus funciones. Así, Clemente Yerovi fue designado como presidente interino, bajando las tensiones políticas.

En su corto mandato Yerovi declaró que “gobernaría hasta el último día” y que tenía “sus maletas listas”. Preparó el camino a una asamblea que elegiría a su sucesor. Fue tiempo de tolerancia y libertad, sin presos políticos ni destierros, restableció el derecho a la huelga, respetó las garantías y, aunque era un mandatario de facto, respetó la ley.

Gobernó con independencia de los partidos y tuvo un gabinete de unidad con las mejores personas. Restableció la vigilancia sobre las 200 millas de mar territorial desde la costa y en Galápagos (tesis desconocida por Correa al suscribir la Convemar) y suscribió el Acuerdo de Cartagena, génesis del Pacto Andino. Fundó COFIEC (Corporación Financiera del Ecuador) y planificó y construyó el puente sobre el río Guayas. Creó el Servicio Ecuatoriano de Capacitación Profesional (SECAP) y la Flota Bananera.​

En su breve período puso en orden la administración y la economía, pues el desempleo, la crisis y la inestabilidad de la moneda eran detonantes de algo peor. Se le criticó por no haber sido más enérgico en sus actuaciones, pero el saldo fue más positivo que negativo. Instaurada la Constituyente, renunció a su cargo y lo puso a disposición de los nuevos legisladores. No leyó su mensaje final y ese mismo día volvió a Guayaquil manejando su auto.

En noviembre de 1966, a nueve meses de asumir, Yerovi dimitió ante la Asamblea Nacional, que designó interinamente a Otto Arosemena. La Constituyente de ese año debía poner en vigencia la Constitución de 1966. Los presidentes deben tener las maletas listas y gobernar el tiempo que corresponde, “ni un día más ni un día menos”, con el ejemplo de Yerovi…