Todos sembramos

Por Rosalía Arteaga Serrano

La tragedia de La Gasca, de La Comuna, nos puso a todos a meditar, no solamente acerca de lo doloroso que resulta la pérdida de vidas humanas y de bienes materiales indispensables cuya falta arrastra consigo un debilitamiento de la capacidad de las familias afectadas de salir adelante. Pero no solo eso. También nos hace pensar en la fragilidad del ser humano frente a la naturaleza, que arrasa con todo lo que se pone en su camino y ocasiona problemas tan serios como los que acaba de vivir un importante sector de la capital ecuatoriana.

Y claro, también viene a nuestra mente lo que debió hacerse, como medidas preventivas, tanto por parte de la Municipalidad como de los habitantes de la zona. Así, cuando se habla de laderas y quebradas, se sabe que lo único que ayuda a contener la tierra y puede evitar los deslaves es la siembra de árboles que absorban el agua, retengan la tierra e impidan que las corrientes de agua convertidas en torrenciales acaben con todo lo que encuentran a su paso.

De ahí el título de este comentario, relacionado con acciones individuales y colectivas a fin de prevenir futuros desastres y muertes. Las expresiones son simples, pero encarnan grandes verdades. Tiene que ver con las responsabilidades de cada uno de nosotros, con la necesidad de sembrar, en lo posible árboles nativos, para prevenir los problemas.

Por ello hablamos del “yo siembro, tú siembras, él siembra, nosotros sembramos”, como entrando de lleno en un ruego colectivo, una especie de mantra que debemos repetir con constancia, pero que también puede ser visto como parte de lo que modernamente llamamos “trabajo colaborativo” y que tan buenos resultados arroja.

Se trata de un trabajo colaborativo indispensable, en el que cada uno debe asumir sus responsabilidades y enfrentar los desafíos con gran optimismo, pero también con un acendrado sentido del deber.