Si así llueve, ¡que no escampe!

Pablo Granja

El presidente Guillermo Lasso ha tenido dos aciertos al nombrar a  los generales Paco Moncayo y Wagner Bravo; ambos héroes de guerra; ambos respetados por su impecable hoja de servicios en el campo militar, político y de opinión. Durante sus discursos de investidura como consejero de Gobierno en Seguridad y secretario de Seguridad Pública, respectivamente, transmitieron el aplomo de quienes han liderado a sus tropas desde la línea de fuego; ambos hablaron con la solvencia del conocimiento; ambos con la certeza de los años; ambos con el fervor cívico de servir a la Patria; ambos con ese patriotismo del cual deberíamos contagiarnos todos.

Siendo alcalde de Quito —cuando el pueblo quiteño aún no había perdido su capacidad de indignación y de movilización— el presidente en funciones que avizoraba su inminente destitución amenazó con traer hordas de supuestos partidarios —léase ‘asalariados’— armados de palos y machetes para tomarse la ciudad; el general Moncayo montó su propio operativo para darles el encuentro personalmente a la entrada sur de la ciudad, evitando el ‘desmadre’ anunciado. ¡Cuánta falta hizo ese liderazgo y determinación en las posteriores invasiones, especialmente la de junio pasado que ocasionó pérdidas por 1.150 millones de dólares— a cuyos responsables la irresponsable Asamblea Nacional les otorgó la amnistía parlamentaria—!

El nombramiento de los dos generales ha hecho que renazca un ambiente de esperanza entre una población agobiada por la inclemente ola de crímenes provocados por las bandas organizadas, que pretenden tomar el control de la nación por asalto. Esperamos que esto sea también la ocasión para que el Gobierno haga los correctivos en otras áreas que requieren ser atendidas, marcando objetivos claros y determinación firme.

Una determinación que ha faltado en otros campos; concretamente en lo que he podido atestiguar en estos días: la divulgación del proyecto de cambios al Código del Trabajo, impulsado por el asambleísta Salvador Quishpe, motivó a un grupo de empresarios de la pequeña y mediana industria a conversar sobre el contenido de la propuesta. Fui invitado debido a que en mi artículo de la semana pasada expresé críticas a las reformas propuestas. El Dr. Quishpe nos escuchó a todos con un notorio interés; con transparente franqueza habló de sus propias experiencias y las de su familia en el campo del emprendimiento; con gran cordialidad nos animó a continuar trabajando en la búsqueda de consensos; con actitud positiva se ofreció ser el vínculo con las organizaciones de obreros y trabajadores; con cierto pesar nos comentó que esta propuesta solamente contó con la participación de los trabajadores, ya que ni las autoridades de Gobierno ni los gremios privados presentaron sus propuestas.

La conclusión de esta gran experiencia fue que en el menor tiempo posible conformaremos mesas de diálogo con representantes del sector privado y de los trabajadores, contando con su participación activa para garantizar un diálogo franco, transparente y cordial porque “tanto ustedes como nosotros sentimos el mismo amor por la Patria”. Repitió una frase del Dr. Luis Macas al referirse a los ecuatorianos: “Vivimos juntos pero de espaldas”. Terminó la reunión con la convicción de que debemos romper la inmovilidad que provoca el vivir de espaldas, para aplicar el consejo que dice: “No te pongas delante de mí porque no sé a dónde vas; no te pongas detrás de mí porque tampoco sabes a dónde voy; caminemos juntos, codo a codo, porque así encontraremos un destino”.

Si así llueve, ¡que no escampe!

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