Médicos, poetas y bibliotecarios

Sara Serrano Albuja

Bibliotecarios y médicos celebraron su emblemático día en honor a Eugenio de Santa Cruz y Espejo, precursor de la independencia de Quito e Hispanoamérica. El periodismo ecuatoriano lo hizo el 5 de enero. La sapiencia multifacética y libertaria del brillante Espejo se plasmó en sus libros y  vida, en sus periódicos y bibliotecas;  por ello y en medio de este escenario de dolorosa guerra interna, más que nunca, requerimos de la ciencia y el arte para sanar el alma de la Patria. El recital de poesía convocado por el Centro de la Cultura Médica Ecuatoriana (CECUME) nos trajo a esta celebración los versos del poema ‘Ayer’, escritos por la médica y escritora María Luisa Gomezcoello en su poemario Anhelos:  “Ayer pude sentir tu vibrar en la distancia de tu lejanía./ Ayer se fundieron los años en las risas de nuestros labios./ Ayer fuimos ángeles sintiendo nuestros amores./ Ayer vibramos en armonía tocando el cielo./  Ayer fue un suspiro en el tiempo/ hablar de nuestros saberes,/ evadir la despedida/ soñando en un próximo encuentro/. Ayer fuimos olas de mar contemplando el horizonte./ besos de miel en la dulzura de nuestros labios./ Ayer te tuve en mi alma hasta volver a encontrarte”.   La narradora y poeta Verónica Falconí Gallo con su poema ‘Centauro soy’ expresó estas sentidas líneas: “ (…) sin norte, ni sur,/ sin ningún punto cardinal/ que me contenga./ Perdida la razón, huyo, / dejo herencias y regalos / a mi paso, / pues sé que no son / las de los otros, / mis propias razones./¡Este mundo no es así!/ ¿Qué haces aquí, centauro?/ Me pregunto./ Debes volver/a los fantásticos bosques,/ a los oníricos castillos/ que ha construido/ tu humana cabeza./ Me respondo”.  Con libertad y sensualidad literarias, Gladys Carcelén compartió su poema ‘Extraña arquitectura’; este es un fragmento de su caligrama: “En el espacio sublime de tu cuerpo,/ suspiro la fragancia a nardos y jazmines que/ me elevan a la cima/ de tus labios donde/ bebo sorbo  a sorbo tus/ delicias. Eres, pirámide/ esculpida por el tiempo/, fuego cuajado de deseos,/ extraña arquitectura…/ enaltecido bajo el sol;/ al filo del silencio te/ encuentras en arrullo/ como un niño errante/ en busca de las huellas/ que marquen tu destino”. Mi poema ‘Beso de moras’,  participó  de ese diálogo literario con estos sentires: “tus dedos, una a una, colocaron moras silvestres entre tu lengua y la mía/ carnosas moras,/ vulvares moras, /hinchaditas delicias del campo de Cotacachi,/ amadas por abejas y santificadas por fragancias verdes. Un manjar de globulitos blandos seduciendo hasta las papilas del viento”.  Rosario Gómez de la Torre expuso sobre Manuela Espejo desde su visión de la enfermería y, el doctor Jaime Tenorio, sobre los dolorosos hechos de la Misión Andina del Ecuador acaecidos en 1.962.  “El conocimiento  propio es el origen de nuestra felicidad”, sostenía Espejo; la cultura, el  arte, la ciencia, la educación, la libertad eran sus nortes, por ello, gustoso estaría nuestro Precursor de visitar el Museo Nacional de Historia de la Medicina, de asistir al Centro Cultural de la PUCE para mirar la exposición Mujeres protagonistas de la ciencia o de pasear por la múltiples salas del Centro Cultural Biblioteca Aurelio Espinosa Pólit y otros sitios de nuestro patrimonio cultural que se deben cuidar y defender. La oscuridad se enfrenta desde la luz.

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