Por Rodrigo Santillán Peralbo
Estados Unidos y sus socios europeos desencadenaron una sucia campaña política, económica y militar en contra de Rusia, a la que presentaron ante el mundo, como un inminente invasor a Ucrania porque unas 100 mil tropas rusas estaban cerca de la frontera con ese país. Con vileza callaron que Rusia tiene pleno derecho a proteger su seguridad ante la movilización de miles de tropas armadas y equipadas de la OTAN —el brazo armado del imperio y la UE con las que cercaron a Rusia a lo largo de sus fronteras—. Así comenzó la actual rusofobia.
“La disuasión por la fuerza de Rusia es percibida por nosotros como una amenaza directa e inmediata para la seguridad nacional, que está diseñada para eliminar los acuerdos legales basados en los proyectos que presentamos”, dijo el presidente Vladímir Putin tras los resultados de las negociaciones de Rusia y Alemania, y aseguró que está dispuesto a continuar los diálogos diplomáticos con Estados Unidos y la OTAN sobre las cuestiones relacionadas con el despliegue de misiles nucleares de corto y medio alcance y la transparencia militar.
Rusia siempre ha reiterado que no tiene intenciones de invadir Ucrania, pero ha insistido en que, por su seguridad, ese país no debe ser ocupado por las fuerzas de la OTAN. Más aún, Moscú insiste en que deben respetarse los acuerdos de Minsk, pero el imperio yanqui y sus socios de la UE entregan armas a Ucrania y envían tropas a la frontera con Rusia.
Rusia por su parte, ha realizado ejercicios militares con Bielorrusia — que son ejercicios de dos aliados y no ponen en riesgo a terceros países—. Es su derecho soberano, dijo Putin y repitió que no tiene ninguna intención en invadir Ucrania, pero los guerreristas de Estados Unidos y de la UE siguen con su rusofobia.