La política y los trastornos de personalidad

Rodrigo Contero Peñafiel

Un conjunto de afecciones psiquiátricas que altera la normalidad en las relaciones interpersonales afecta a la sociedad. Aparentemente no existe una causa determinada, pero podemos decir que existen factores genéticos y ambientales diversos que favorecen su desarrollo. La gente construye su imagen de acuerdo a sus características psicológicas, que son las que le dan forma a su personalidad. Cuando aparece un trastorno de personalidad, el sujeto no puede adaptarse a las situaciones de la vida diaria, ya que su personalidad se vuelve inflexible y distorsionada.

La ansiedad, depresión, estrés y los ataques de pánico son síntomas de un trastorno de personalidad. Estamos viendo con mucha preocupación como en el país los problemas de personalidad siguen en aumento o la situación social, económica y política los han puesto de manifiesto. Los personajes antisociales, evasivos, histriónicos, narcisistas, esquizoides y paranoicos están llenando las redes sociales, noticieros y juzgados que es donde deben rendir cuentas de sus actos, antes que autodefinirse como perseguidos políticos con la ayuda de ciertos abogados de dudosa preparación profesional.

Los trastornos de personalidad requieren suministro de fármacos y tratamientos de psicoterapia, de acuerdo con la gravedad del trastorno mental. Muchas personas mantienen ideas opuestas a los estándares legales, pero mantienen relaciones estables con quienes las delinquen; sus cambios de ánimo son impredecibles puesto que su propia imagen se encuentra muy afectada. Algunos aparentan tener rendimientos académicos brillantes, una verborrea muy desarrollada que les ha convertido en líderes en sus lugares de trabajo; otros en cambio han perdido su autoestima, no quieren ser vistos por la gente de su país y han emprendido la retirada o han pedido asilo en otros países hasta que imaginariamente recuperen el poder.

Las personas que en un momento llegaron a sentirse sumamente poderosas y seguras de su capacidad política-económica y de redentores, han pasado a sentirse perseguidas, temen rendir cuentas, no recuerdan su pasado y se estrellan con el fracaso.