Falsos líderes

Rodrigo Contero Peñafiel 

Resulta muy desagradable permanecer con la idea de que existen personas que pasan del control sobre si mismas al pensamiento autoritario; es decir, pasan de la normalidad al vivir sin límites.  Este pensamiento prevalece en sociedades donde los falsos líderes imponen condiciones, prototipo de individuos dominantes, que esperan les obedezcan en todo lo que sea aceptar su autoridad.

Las personas agresivas impacientes, arrogantes, porfiadas, de mentalidad estrecha e irracional, podrían llevarnos a pensar en actores de la historia que han arruinado familias, países y sociedades. Seres humanos que van dejando huellas de maldad, destrucción y venganza, de la que muy pocos coidearios se han podido liberar. Este falso dominio es sumamente peligroso, puesto que, son individuos que siguen ciegamente a los falsos líderes que hacen posible el autoritarismo. El Ecuador no escapa de la sumisión ciega a la autoridad, de quienes son partidarios de la concentración del poder en un caudillo o una élite, no legítimamente responsable ante el pueblo.

Los nefastos acontecimientos del tipo líderes-autoritarios, corresponden a individuos que en la realidad no confían en sí mismos, que tienen una personalidad débil, y un desarrollo paranoico que se aferra a su imagen autoritaria, como un animal desvalido se aferra a su progenitor para sobrevivir; pero que muy lamentablemente son hechos que enlutan a muchas familias ecuatorianas e imponen desconfianza. Un individuo autoritario no tiene autoridad sobre sí mismo, porque en ocasiones acepta los limites artificiales que le marca la sociedad y desahoga en otros sus frustraciones. Todos quienes participan de las restricciones, la sumisión, el rigor y el dominio son igualmente autoritarios.

Quienes somos observadores del acontecer nacional podemos ver personas que piensan por sí mismas o les dan pensando, otras que muestran elementos autoritarios en su vida diaria, laboral y social; muchas de ellas del mundo de la política. No debemos sorprendernos de que, los casos de depresión crónica, crisis nerviosas, hipertensión y más, se deben a la frustración interior y el fastidio que engendra el autoritarismo.