¿Quién provoca el caos?

Kléber Mantilla Cisneros

Con sorprendente cinismo, recibimos imágenes de horror y los mensajes pacificadores de los cabecillas de las bandas delictivas desde las prisiones, colocados en redes sociales. El vértigo de una criminalidad desbordada y la crueldad agobiante de masacres entre mafias; el sicariato que acabó con la vida del alcalde de Manta, Agustín Intriago; la disputa territorial del narcotráfico y un arsenal de guerra encontrado en la Penitenciaría; la serie de atentados violentos con explosivos y balaceras en Esmeraldas, el secuestro de decenas de policías y guías penitenciarios, que se presentan como actos escalofriantes, planificados, en medio de una coyuntura electoral política; y, la incapacidad del Estado para impedir y reprimir la ola de inseguridad. Nadie en la calle está libre de morir.

Pero, la problemática de inseguridad tomó un rumbo impensable en cuestión de horas. Varias embajadas alertaron a los turistas los riesgos de visitar el Ecuador, la prensa internacional informó sobre la escalada de terror local; 17 alcaldes cuentan con resguardo policial; tres funcionarios de Contraloría habrían sido secuestrados y una pareja de periodistas amenazados decidieron dejar el país. A estas alturas, los sistemas de inteligencia y contra-inteligencia militar y policial deberían explicar cómo y dónde opera la maquinaria y dineros de las organizaciones criminales. ¿Cómo se comunican entre cárceles? ¿Cómo activan el contrabando de armas y drogas? ¿Quién provoca el caos? ¿Para qué?

La demagogia histriónica de ‘la mano dura’ tal vez sea lo normal en una campaña electoral, que puede ensayar un modelo autoritario y populista. No obstante, es momento de cuestionar la institucionalidad de la Fuerza Pública y el rol ético de la Iglesia. La primera que no puede ser usada como guardia privada de las empresas mineras, a la par, en una semana de violencia. Pues, sucedió en el cantón Sigchos, en las parroquias Las Pampas y Palo Quemado, en Cotopaxi, donde se militarizaron territorios comunitarios tras una supuesta consulta ambiental. Una zona con Internet de baja conectividad.

Lo segundo es la actuación de la Iglesia frente a la complejidad moral de rescatar una nación. ¿Sirven acaso los estados de excepción para reflexionar, meditar, dialogar y garantizar la paz?  ¿Cuál es la autoridad que puede mediar en temas de impunidad, libertad de prensa y derechos humanos? ¿No hay alguien que pueda cuestionar el uso ilegal de la imagen de un delincuente sentenciados y prófugo en las campañas electorales? ¿Qué opina el clero?  Por algo, el filósofo franco-alemán, Albert Schweitzer, decía que la ética no es otra cosa que la veneración a la vida.

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