Pensamiento de grupo

G.K. Chesterton, en ‘El hombre que fue Jueves’, relata cómo Scotland Yard recluta al poeta Gabriel Syme para infiltrar a una organización anarquista. Los siete líderes mundiales de ese grupo usan como nombres los días de la semana. Syme llega a ser designado Jueves. Cuando llega a esa posición, se da cuenta de que los demás jefes son también policías infiltrados y cometen delitos para mantener la operación. Si sabía que todos eran policías, eso no habría tenido sentido. Jerry B. Harvey en su libro The Abilene Paradox and other Meditations on Management, explica cómo funciona la paradoja de Abilene, un tipo de pensamiento de grupo que se produce cuando una colectividad hace cosas en las que no cree ninguno de sus miembros, solamente porque ninguno es capaz de expresar sus puntos de vista. Haciendo lo que no creen provocan un desastre que todos sabían que podía ocurrir.

En un texto más reciente, Swatting Flies and Telling Lies: Stories of a Mad Organizational Consultant (“Aplastar moscas y decir mentiras: historias de un consultor organizacional loco”), Harvey desarrolla su teoría orientada a encontrar defectos que ocurren en el funcionamiento de las organizaciones, pero parecería hacer una descripción del comportamiento de algunos gobiernos y campañas electorales que fracasan en la región.

Es importante que el grupo que rodea al gobierno o que dirige la campaña no sea cerrado. Aunque los sectarios lo reprueban, es sano conversar con personas que tienen otra visión de la campaña, o que no son partidarios del gobierno.

Las campañas muchas veces comunican que el propio candidato se cree una maravilla y dice que su adversario es culpable de todos los males que ocurren. Son mensajes que no sirven para nada. A estos candidatos, el pensamiento de grupo y el hubris los atan. Terminarán deprimidos, culpando a alguien por el mal resultado que ellos mismos provocaron por sus limitaciones psicológicas.

*Profesor de la GWU. Miembro del Club Político Argentino.