Quiénes son los Santos Inocentes

Pablo Escandón Montenegro

Los Santos Inocentes son una conmemoración que tiene que ver con la matanza hecha por Herodes cuando Jesús nació. Los magos de Oriente fueron consultados por el rey y ellos le indicaron que visitaban al verdadero rey, entonces Antipas decidió que todos los recién nacidos deberían morir para conservar su corona.

María, José y el niño salieron de Belén por otra ruta y así evadieron los controles de la milicia del rey de Judea, pero no evitaron que los inocentes fueran sacrificados. Desde entonces, la matanza de aquellos bebés fue una de las primeras acciones políticas que tienen que ver con el pensamiento mágico.

Y es que la política siempre ha estado vinculada con el misticismo y el realismo mágico, si no, recuerden al monje Rasputín, que engañó a la familia Románov, pues los convenció de que él curaría la hemofilia de su heredero, pero no hubo cura y tampoco pudo avizorar la caída de la casa real.

También es necesario recordar que previo a la dictadura en Argentina, en los años setenta, la viuda de Perón, Isabelita, también recurrió a místicos para gobernar el futuro de la nación. Esos brujos convencieron a la viuda del líder argentino de las decisiones que debía realizar su gobierno. Luego de tantos años vimos los resultados de esa ‘consultoría’.

La inocencia tiene vínculos con la desesperación, con la desesperanza y, principalmente, con la falta de información, es decir de conocimiento tanto experiencial o de aprendizaje. Y en este sentido, todos somos inocentes, pues en cada elección somos como esos bebés que fueron degollados por Herodes Antipas.

Nuestra inocencia tiene que ver con la desinformación y con la desesperanza, pues estamos cansados de tantas promesas incumplidas que depositamos en el siguiente degollador nuestra esperanza, pues empatiza con nuestros sentires y sabe decir la palabra precisa y tener la sonrisa perfecta, como dice Rodríguez en su trova.

López Rega y Rasputín son los ejecutores de la caída de Isabelita y los Románov, respectivamente, pero en ningún caso fueron inocentes los Románov e Isabel de Perón.

Mañana todos seremos inocentes, pues caeremos en bromas, burlas y demás chanzas, pero para muchos seudoperiodistas, políticos y ‘místicos’ inicia o se renueva el año de inocentadas para ellos, quienes consideran que su universo se extiende indeterminadamente y por siempre bajo sus normas y reglas.

La política es humana y no debemos caer inocentemente en el universo de quienes se consideran gurús, papas o coachs de lo social y económico, basados en creencias místicas o experiencias de bioprotección ancestral o toma de alucinógenos transmutacionales que nos dan bienestar.

No seamos inocentes.