Desconectados del futuro

Pablo Escandón Montenegro

¿Dónde está la industria digital? ¿Quiénes son los referentes de la producción expandida, transmedia, virtual y aumentada? ¿Qué es la industria creativa? ¿Cómo se fomenta la producción para la cuarta revolución industrial? ¿Existe industria cultural en Ecuador?

Todas estas preguntas me surgieron mientras recibía clases magistrales en la Universidad Tadeo Lozano de Bogotá, durante el Festival ‘Narrar el Futuro’, una iniciativa que cumplió una década para descubrir y fomentar la creatividad en nuevos medios, o sea en espacios mediáticos que van más allá de lo tradicional, donde la web ya es considerada un lugar maduro, por no decir viejito.

Pero en la web y sus soportes se crean formatos como los documentales interactivos que están creados para innovar narrativas, hacer participar al usuario con juegos y entrega de pistas, y, fundamentalmente, para comunicar procesos, denunciar y llamar a la acción con relatos interactivos que requieren de una implicación más activa del usuario y no solo ser espectador, sino partícipe de la dramaturgia o avance de la historia, con la finalidad de que tenga experiencias y le sean cercanas.

Así también, los desarrollos de Realidad Virtual, Realidad Aumentada, Realidad expandida y mixta no son futuros de historias de ciencia ficción, ni tampoco representan el fin de la experiencia humana sensorial y cara a cara, pues la tecnología deshumaniza y nos manda como zombis por el mundo. Algo hay de eso, pero los productores de estas tecnologías también son críticos de lo que usan, y su postura y voz es más autorizada de quienes solo critican sin saber hacer.

En el Ecuador estamos desconectados de la tecnología para generar desarrollo en todo sentido: económico, social, educativo, cultural, sanitario, etcétera. Quienes hablan de tecnología solo ven la máquina y no hay proceso de reflexión, tanto de ciertos usuarios más expertos como de supuestos intelectuales críticos que no saben ni crearse un avatar.

En el país hay ‘fabers’ y ‘sapiens’ en torno a la creación de contenidos expandidos, virtuales, aumentados y transmedia, que no solo piensan en el meme o en la viralidad de TikTok, que es a lo que los intelectuales ‘críticos’ de aula de tiza reducen la cultura digital y sus producciones.

Afortunadamente la desconexión está en ellos y no entre los que producen, y fundamentalmente, las que producen y dirigen, pues las mujeres son las que tienen la decisión, el conocimiento y las habilidades para crear, dirigir y enseñar.

Nuestros medios están desconectados de estos seres que piensan y producen, por ello no vemos producciones digitales en televisión ni en cibermedios, porque allí no está la innovación; está en las aplicaciones empresariales, en los videojuegos y en las asociaciones libres de entusiastas por la cibertecnología para crear un nuevo arte, unos nuevos medios que los vinculen más estrechamente en sus causas, voluntades y prácticas.

Los desconectados son los que más conexión de tiempo tienen, mientras que los más conectados al mundo y al futuro son aquellos que están fuera de línea manejando códigos, programas e inteligencias que los ‘conectados’ desconocen por estar desconectados del futuro.