No se preocupen por los edificios, preocúpense por las mujeres

Milica Pandzic

Los edificios, las paredes y los monumentos son la única preocupación de algunos cuando las mujeres marchan y protestan exigiendo igualdad, respeto y  justicia. Para ellos, que estos dos últimos años hayan sido los más violentos para las mujeres en el Ecuador y que los femicidios hayan alcanzado cifras récord llegan a ser poca cosa frente a la protección del ornato público.

Por eso, muchas veces lo que verdaderamente se esconde detrás del argumento “esas no son las formas de protestar” es un genuino desprecio por los derechos de las mujeres. Porque no es la forma lo que los incomoda, es la protesta en sí; y por eso, no demoran en justificar la represión hacia las protestantes, como sucedió en el 8M.

Hoy, la preocupación por los edificios toma una connotación distinta, con la propuesta de demoler el edificio de la Escuela de Policía donde sucedió el femicidio de María Belén Bernal. Nuevamente, pero en el contexto de proponer soluciones para las mujeres, un edificio llega a ser la principal respuesta, como si su demolición pudiera reemplazar la política pública y el presupuesto que se necesita para proteger a las mujeres de esta ola de violencia.

Los edificios pueden estar limpios o se pueden demoler, pero eso no cambiará la realidad de las mujeres. Mientras estemos expuestas a una sociedad culturalmente machista, a un sistema de justicia insensibilizado sobre la violencia hacia la mujer, a victimarios que saben que podrán gozar de impunidad, y a un Gobierno que no le da la importancia que merece a la prevención de la violencia de género; el país seguirá siendo testigo de horrorosos crímenes contra las mujeres – y en este nivel de desprotección, todas llegamos a ser potenciales víctimas.