¡Ni un paso atrás!

Wellington Toapanta

Febrero es mes de celebraciones, de conmemoraciones, como la Gesta Heroica de hace 28 años en el Alto Cenepa, que hasta 1998 fue jurisdicción ecuatoriana. En la accidentada y tupida selva las Fuerzas Armadas Ecuatorianas demostraron profesionalismo, honor y gloria. Defendieron, exitosamente, la integridad territorial. Posteriores acuerdos diplomáticos refrendaron al defectuoso Protocolo de Río de Janeiro de 1942.

En el fragor de los combates y en el fervor ciudadano se exclamó la arenga “¡Ni un paso atrás!”. Hace 28 años fue consustancial en la unidad y patriotismo nacional para defender la soberanía territorial en las fronteras sur y suroriental del Ecuador.

Lastimosamente, en estos momentos, escasos de civismo, cuando se hurga caprichos políticos, no se evoca, con sustantivo brillo, que la arenga motivó a 8.269 efectivos militares a cumplir su misión de sostener y defender las Bases Tiwintza, Coangos, Cueva de los Tayos, Base Sur, La Y, La Cruz, La Piedra, Montañita, El Maizal, Base Norte, Cóndor Mirador y otros, ubicadas en el Alto Cenepa y derrotaron al, entonces, agresor del sur.

Febrero de 1995 es mes de honor y gloria militar, de unidad y de civismo ecuatoriano. Las tropas y los ciudadanos tienen brillantes páginas en los Anales ecuatorianos. Se registran como ‘La generación de la victoria’. El éxito terrestre estuvo precedido por otra gloria militar: la Fuerza Aérea ganó la primera batalla aérea registrada en el continente americano. La Fuerza Naval fue celosa guardiana del mar territorial.

De todas las bases, el gran objetivo estratégico, político y militar peruano fue ocupar Base Tiwintza, por lo que el 21 de febrero desató todo su poder de fuego y humano, pero  las tropas compatriotas resistieron heroicamente y repelieron los ataques. Fueron 506 hombres del Subagrupamiento Táctico Tiwintza, comandados por el entonces teniente coronel Eduardo Vergara Barros. Se vistieron de honor y gloria. El presidente sureño, Alberto Fujimori, emplazado en la retaguardia, frustrado, se replegó con los suyos, sin izar su emblema bicolor en la obsesionada base, símbolo de la unidad y soberanía ecuatoriana.

“¡Ni un paso atrás!”, retumbó la madrugada del 4 de enero de 1995, en la 21 Brigada de Selva Cóndor (21-BS Cóndor), acantonada en Patuca (Morona Santiago), como parte de una arenga concebida por el sargento segundo de inteligencia Ernesto Guerrero Parra. Fue silenciada, un oficial la consideró guerrerista. Semanas después, fue exclamada por el presidente Sixto Durán Ballén, desde el balcón presidencial; la hizo suya el país, estimulando patriotismo.

El enfrentamiento militar derivó por la centenaria controversia limítrofe territorial entre los dos países, surgida desde los días de la Audiencia de Quito y del Virreinato del Perú. Desde entonces, Perú sumó más de 524.000 km2 por Edictos Reales y por la fuerza.

Para Ecuador la arenga no solo debe ser evocación por la Gesta del Cenepa, debe ser proclamada para propósitos de progreso y bienestar, de fortalecimiento democrático, para no sucumbir ante intereses mezquinos, de quienes han malversado al país entre 2007 y 2017.