Momento de nuevos derroteros

 

En la vida lo más importante es mirar con autovaloración toda circunstancia y si la pareja ha decidido una vida licenciosa, lo correcto y práctico sería retirarse y punto final; pero, en la realidad de la existencia nadie puede juzgar el porqué de las acciones que determinan en un momento dado los hechos.

Nada justifica la privación de la vida a un ser humano. No es dable que a nombre de que “son problemas de pareja” o peor todavía de arriesgar la carrera a una baja, la indolencia prime y se obvien los gritos de auxilio de una persona.

Tampoco es dable que ciertos políticos utilicen la muerte para hacer una plataforma política y pretendan endosarle cargos al presidente de la República en el afán de favorecer el regreso del correísmo, como si los ecuatorianos nos hubiéramos olvidado todos los aconteceres populistas y, sobre todo, los atracos que se dieron en ese régimen.

Ojalá esos politiqueros, que lucran del Estado porque han hecho de la función pública su forma de existencia, porque se acostumbraron a la vida fácil, estuvieran pensando en la calamitosa sociedad, que es el germen de la violencia. Ojalá se sinceraran consigo mismos para comprender que sus acciones son parte de la violencia social y del mal ejemplo a las generaciones venideras.

Toda la ciudadanía se ha indignado con el asesinato de la abogada María Belén Bernal. Este crimen ha destapado una serie de verdades ocultas en las que no pensábamos, pues más allá de los espeluznantes hechos en los que según las informaciones de prensa se ha producido el delito, es hora de reflexionar sobre una reestructuración de la Policía Nacional, que no significa un cambio de nombres, sino una nueva legislación que incluya también a los miembros de la milicia, de todas las ramas, a nuevos quehaceres más útiles e incluyentes para la sociedad entera.

La heredad territorial fue una causa muy noble, pero hoy por hoy hay mayores problemas: la conflictividad y violencia urbana, el narcotráfico, la necesidad de miles de ciudadanos que se debaten en la miseria, para quienes el crimen se convierte en la posibilidad de una vida económicamente próspera. Por eso es hora de redefinir el papel de las FF. AA. y de depurar verdaderamente la institución policial.

También los medios de comunicación tienen que repensar en su programación para no presentar apologías al delito con sus telenovelas o informaciones, y las redes sociales contenerse de exhibir insensatamente vidas irreales o banalidades, como objetivo de divertimentos.

Los padres de familia deberán comprender que hay que poner deberes y obligaciones a sus hijos y no solamente esforzarse por brindarles una vida cómoda, sin esfuerzo alguno, sino nada detendrá la ignominia de una sociedad aberrantemente delincuencial y violenta.