Matando a la gallina de los huevos de oro

El Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS) es una entidad de la mayor trascendencia en la vida ciudadana. Se fundamenta en los principios de solidaridad, obligatoriedad, universalidad, equidad, etc.; con espíritu democrático, atiende sin distinción de nacionalidad, etnia, lugar de residencia, edad, sexo, estado de salud, educación, ocupación o ingresos. Acceder a la afiliación es un derecho de los empleados, y los principios son de obligado cumplimiento para los sectores público y privado. Sería imposible determinar cuántos afiliados habrán sido beneficiados por los servicios de salud y previsionales; cuántos salvaron sus vidas por la atención que alguna vez recibieron, cuántos construyeron sus viviendas, cuántos han subsistido en su jubilación utilizando los fondos ahorrados a lo largo de los años. Fortalecer y preservar al IESS debería ser un compromiso ético, por tratarse de la administración de dinero ajeno. Sin embargo, los gobiernos le han tenido como caja chica, y otros han atentado gravemente contra su solvencia económica, valiéndose de la demagogia y el autoritarismo.

Si bien es teóricamente autónomo, su dependencia del Ejecutivo es fatal; como lo es que los representantes de empleados y empleadores se conviertan en miembros inamovibles del Consejo Ejecutivo. Según los expertos, varias son las causas de la crisis económica:

– Entre 2007 y 2018, la plantilla de empleados pasó de 11.000 a 38.000.

– Se amplió la atención de salud a la familia sin incrementar el monto de las aportaciones.

– Con aportaciones individuales de $1,79, que realizan 338.007 campesinos y pescadores artesanales, se atiende a 1’143.638 personas.

–  En noviembre de 2015, el Consejo cambió la tabla de distribución del Fondo de Pensiones, bajando del 9,44% al 5,76%, ocasionando una pérdida de $2.147 millones.

–  En el mismo 2015, se desconoció una deuda del Estado al IESS, de $1.749 millones.

– Se dispuso la compra de bonos del Estado, por un monto de $8.000 millones.

Ramiro González, siendo delegado del presidente Correa, creó el Banco del IESS, que realizó una serie de inversiones inconvenientes, como en hidroeléctricas.

Pero, peleados los compadres se “sacaron los cueros al sol”; el Eco. González encaró a su exjefe, acusándole de desoír sobre la inconveniencia de que el Gobierno deje de pagar el 40% de las pensiones jubilares que le correspondía por Ley entregar al IESS. La justificación del Eco. Correa fue: “¿Por qué le tenemos que dar $1.000 millones de la plata de los ecuatorianos, cuando ellos tienen superávit?” —como si los afiliados no fueran ecuatorianos, como si no fuera un imperativo legal depositar las pensiones jubilares del sector público, como si fuera normal disponer de estos fondos con tanta ligereza,  y como si estuviera mal que la entidad sea solvente—.

Sumando, desconocer la deuda del Estado; la eliminación del aporte del 40%; la reforma al esquema de distribución de las aportaciones y la ampliación de la prestación familiar sin financiamiento, se calculó que entre los años 2015 y 2018, acumuló una pérdida de $8.927 millones.

Es impostergable realizar reformas al IESS para que sea verdaderamente autónomo, ampliar la conformación y nombramiento del Consejo Superior, implantar una administración ajustada a la técnica actuarial. Así se evitaría que si regresan los populistas quieran seguir matando a la gallina de los huevos de oro. Gallina que ni siquiera es de ellos sino de los afiliados.