El futuro importa más que el presente

Manuel Castro M.

Estamos a puertas de una elección presidencial trascendental, pues más que personas se enfrentan por un lado experiencias políticas sucedidas en los últimos años. La otra posición es que debemos cambiar y buscar en unidad el progreso del país. Desde luego que ambas fuerzas quieren captar el poder, para eso son políticos, no son santos ni científicos ni iluminados religiosos. Que tienen que hacer promesas es obvio, pues lo que tratan es de captar votantes. No están en un concurso de oratoria ni de marcar un récord olímpico. El pueblo se da clara cuenta de ello pues también tiene interés político: obtener algún beneficio de los gobernantes que auspicia. Y no pierde la esperanza de que más allá de mentiras, ciertas habilidades poco éticas, las elecciones inmediatas serán de mejores resultados.

Hay que aceptar que ya no tenemos influencia sobre el pasado, lo que debe interesarnos es el futuro en el que realmente se realizará una obra positiva o negativa, un avance democrático o una aventura populista. Juzgar al actual gobierno es ya perder el tiempo, debe ser una experiencia práctica, pues todos tenemos deseos, esperanzas para el futuro. La primera preocupación por tanto es conocer lo que realmente son los candidatos y las fuerzas que les auspician, lo que es propio de cada aspirante y rechazar los pensamientos inútiles, tales como comentar que anteriores candidatos eran de mejor nivel intelectual, extraordinarios oradores, etc. Lo importante en cada generación es verificar los valores que cultivan: respeto a las libertades, patriotismo, oído abierto al pueblo, honradez propia y de los que le rodean.

Ciertamente que al orden político hay que sufrirlo pacientemente, pues lo que estamos haciendo es una delegación para el futuro. En el Ejecutivo que sea guía y administrador eficiente. En el legislativo, sabiduría, estudio e investigación para dictar leyes útiles y fiscalizar a las otras funciones del Estado.

Desde luego son ideales, pero son posibles. El Ecuador necesita una remoción ética, constitucional que siente las bases de una prosperidad que otras naciones han alcanzado, mientras otras viven de dogmas, discursos engañosos, imposiciones y represiones, siendo el primer deber ciudadano  preservar la libertad, pues lo demás vendrá por añadidura, como dice la Biblia. En vida, ahora, debemos votar con acierto. Los latinos decían que las honras fúnebres son más bien consuelo para los vivos que ayuda para los muertos.