Candidatos desubicados

Manuel Castro M.

En el fervor de la campaña electoral los candidatos presidenciales y vicepresidenciales, tal vez por impresionar a los votantes, se olvidan de su profundizar sus programas de gobierno y pierden la prudencia y hacen afirmaciones poco sólidas que son explotadas por los adversarios o, lo más grave, por la opinión pública. A la cabeza está María Luisa González, quien, sin ocultar su correísmo, por muy sincera se vuelve ciega, sorda y muda y sostiene que la aspiración de los ecuatorianos es tener los niveles de vida de Venezuela, cuando sus mismos gobernantes reconocen las limitaciones económicas y dificultades que sufre el pueblo, lo que ha provocado una innegable diáspora de cinco millones de venezolanos, por supuesto culpando exclusivamente tales al bloqueo por parte de Estados Unidos. La lealtad ideológica de la señora González, pues se supone que participa del socialismo del siglo XXI, le hará sostener que Venezuela es un ejemplo de democracia, con elecciones libres y transparentes, división de poderes y un ejército profesional contraído a sus funciones específicas; y que en Cuba el pueblo tiene la última palabra durante los últimos cincuenta años.

González y Noboa han sostenido que tomarán de los recursos de la reserva monetaria 2.500 millones de dólares y 1.500 millones de dólares, en ese orden, para emplearlos en obra pública. Entonces la diferencia entre ellos es solo de 1.000 millones de dólares. Lo realmente deplorable es que el presidente Lasso no les dejará financieramente nada disponible, conforme han confirmado economistas serios. Como decía Borges sobre la guerra de las Malvinas: “Dos calvos disputándose un peine”.

El primer lugar como campeón de sugerir ilegalidades y expresar disparates está el candidato a vicepresidente Arauz. Inicialmente causó revuelo cuando propuso ‘Ecuadolarizar’ al país, en vez de la dolarización, que está vigente desde el año 2000, y que la Ley de Defensa de la Dolarización, aprobada en el 2021, eliminó la facultad de que el Banco Central emitiera moneda electrónica, que además sería inorgánica. Pero la cereza peligrosa del pastel de sus declaraciones públicas es cuando afirmó que “El riesgo país se mejoró en 100 puntos con la muerte de Fernando Villavicencio”. Es de esperar que él y sus conmilitones no aspiren a mejorar en 1000 puntos o más el riesgo país. Así, las declaraciones de Verónica Abad, son apenas ejemplos de ingenuidad o entusiasmos políticos.