Paralizados por el terror

Lorena Ballesteros

Hay momentos en que hasta los periodistas y escritores nos quedamos sin palabras. Este es uno de esos momentos. Ecuador se paraliza frente a un estado de terror. Uno que no tiene comparación con lo que vemos en esas series sangrientas y de narcos que tanto entretienen. No, no tiene nada que ver, porque eso es ficción. Esto es la realidad. La realidad que supera a la ficción.

Antes de comenzar a escribir esta columna me encontraba frente a mi computador, escribiendo otro artículo. Uno llamado ‘Mi relación con el dinero’, en el cual intentaba aportar con algo fresco, distinto y más intimista. Mi propósito era el de sacarlos de la toxicidad de las noticias violentas con las cuales nos despertamos en la mañana del martes 9 de enero. Y, sin embargo, fallé.

Ensimismada en mi trabajo, no había revisado redes sociales, ni tampoco atendido a las notificaciones de WhatsApp. Hasta que llamó mi mamá. Y, a la madre, siempre que se pueda, hay que atenderle la llamada. Fue ella quien me sacó de mi ensimismamiento y me llevó de un sopetón a la realidad. “¿Estás viendo TC?” me preguntó alarmada. “No mami, ¿qué pasó?” Alcancé a escucharle que un grupo de delincuentes se había tomado el noticiero. La comunicación se cortó. Mis manos comenzaron a temblar, mis pies no respondían. El terror tomó el control sobre mí. Un terror similar al que había sentido cuando mataron a Villavicencio. O como cuando el país quedó secuestrado por la delincuencia durante los paros de junio y octubre.

Los ecuatorianos vivimos en zozobra. De esa angustia se vale la delincuencia para justamente paralizarnos. Nos están ganando, nos están manejando con el terror. Su narrativa se fortalece con cada video que se viraliza, con cada información falsa que se comparte, con cada acusación o falso testimonio que levantemos. Ellos ganan con el caos, ellos se alimentan de nuestro terror.

Por lo tanto, luchemos contra el miedo. Evitemos que el terror nos paralice. Y peor aún que nos impulse a consumir compulsivamente contenido violento, sin filtro y sin verificación oficial. No caigamos en esa trampa. Hagamos nuestra propia guerra al terror.