Las rarezas abundan

Lorena Ballesteros

La semana pasada hablé sobre el delirio. El delirio de una ficción, pero delirio al fin. Si no la leyeron, ¡ahí les dejo la tarea! Lo importante es que con ese texto me aproximé a un tema al que todos tememos: la locura. ¿Qué es un ‘loco’? Pues una palabra un tanto peyorativa para referirse a alguien que ha perdido la razón. Una persona de poco juicio, disparatada o imprudente. Es decir, alguien que tiene un comportamiento que se sale de las líneas.

Entonces me pregunto, ¿acaso no estamos todos locos? Más bien, el problema radica en quienes lidian solos con sus extravagancias y llegan verdaderamente a la locura. Son personas que esconden sus ‘imperfecciones’ y se niegan a sí mismos sus comportamientos oscuros o socialmente extraños.

Después de leer algunas páginas de ‘El peligro de estar cuerda’ de Rosa Montero me sentí absolutamente reconfortada al saber que las mentes más creativas de la historia tenían propias sus manías. Como diría la autora, “las rarezas abundan”.

Y ya que entramos en confianza, les contaré sobre mis propias extravagancias. Cada día de la semana me obligo a utilizar una prenda de vestir de un lugar específico de mi armario. Es decir, el primer día algo de los cajones inferiores, el martes algo de los superiores, el miércoles del colgador más alto y así sucesivamente. No puedo comenzar mis días sin haber leído al menos 30 minutos porque me pongo de muy mal humor. Hago listas para ¡absolutamente todo!, pues no concibo hacer tareas que no estén previamente escritas.

Y como las rarezas abundan, qué les digo de una persona cercana que mastica sus uñas en medias lunas perfectas y las deja como recuerdo para quien las encuentre. O de aquella madre que, para sobrevivir a la crianza de sus cuatro hijos, espera a que llegue la media noche para escaparse a la sala a tomar un par de copas de vino y escuchar música a solas.

Estoy segura de que cada quien tiene su propia rareza que confesar.