Honrar a un ídolo

Lorena Ballesteros

 Soy de la generación ‘Friends’. La serie me acompañó en esa transición desde mi adolescencia hacia los primeros años de mi adultez. Una parte de esa etapa la viví como estudiante en el extranjero, lo cual hizo que la cercanía con la serie fuese aún más íntima. Mi departamento fue como el de Mónica y Rachel. Ese sentimiento de que los amigos son la familia que uno escoge ha sido una constante durante toda mi vida.

Friends me permitió reír con sus chistes; llorar en los capítulos más emotivos, como en el que Mónica le pide matrimonio a Chandler. Soy de las que puso su libro de terror en el congelador como Joey, también me escondí detrás de una cortina para asustar a mi compañera de departamento como Rachel y Phoebe. En fin, son tantas las referencias y anécdotas de esta serie que es como si estuviera inscrita en mi ADN.

Debo confesar que mi personaje favorito es y será Chandler. Sus bromas tan elevadas, tan oportunas (e inoportunas). Su manera de esconder la vulnerabilidad en el humor logró engancharme con su dinámica capítulo, tras capítulo. También debo confesar que de Mathew Perry sabía muy poco. Quizás lo que sabía todo el mundo. Que había tenido problemas de adicción. Que estuvo varios meses en rehabilitación.

Tras la muerte de Perry decidí saber más y leí su biografía Friends Lovers and the Big Terrible Thing, pues no podía creer que hubiera fallecido con 54 años. Su autobiografía es un texto indispensable para comprender quién era el actor que encarnó por 10 años a Chandler Bing. Lo curioso es que Chandler y Mathew eran prácticamente la misma persona. Ambos con inseguridades, afectados por el abandono familiar, complicados para mantener relaciones sentimentales. Aunque, como lo dice el propio Perry en su libro “ya habría querido tener una esposa y dos hijos como lo hizo Chandler”. Pues lastimosamente el actor nunca consolidó ninguna de sus relaciones sentimentales. Huía. Temía ser rechazado.

La biografía inicia con el relato de una experiencia cercana a la muerte que tuvo en 2019. Previo a la pandemia y previo a la reunión de Friends, el colon de Perry explotó. Estuvo en coma. Fue sometido a 14 cirugías. Su adicción a los opioides le pasó la factura más cara de todas. Perry fue además adicto al alcohol, al cigarrillo, al xanax… todo lo que consumía, abusaba. Su peso fluctuaba de acuerdo con la sustancia consumida. Sus cambios de humor variaban. Su visión con respecto a su vida era gris, a veces negra. Nunca se sintió conforme: ni el dinero, ni la fama compraron su felicidad.

Si son fanáticos de Friends, como yo, les recomiendo leer esta biografía y así honrar a uno de nuestros ídolos.