El poder de la vulnerabilidad

Lorena Ballesteros

Las personas de mi generación y de las generaciones anteriores crecimos bajo la premisa de que había que ocultar los sentimientos. Como si nos estuviesen entrenando todo el tiempo para ser jugadores de póquer. Si te gustaba un chico, tenías que demostrarle absoluta indiferencia. Si te molestaba la manera en que tus compañeros te trataban, había que esconder la tristeza detrás de la ira. Si tenías un mal día, al llegar a casa debías decir que estabas bien, o más o menos, pero nunca cantar la plena. Con el tiempo y la llegada de la adultez esas máscaras nos han servido para, supuestamente, defendernos de las amenazas del mundo en el que vivimos. Corazón, coraza.

Y es que, sin duda, mostrarte vulnerable ante cualquier situación conlleva un riesgo. Al menos así nos educaron. Si no tienes trabajo, o si lo tienes y te pagan mal, no es prudente decirlo en público porque podrías mostrarte inferior a los demás. Si tienes hijos y te vuelve loca la maternidad o la paternidad, sería una absoluta improcedencia hablar de ello. Si sientes que la carga que llevas es demasiado pesada, pues cárgala en silencio.

Esto resulta aún más tormentoso para los hombres. Pues, en nuestra sociedad machista, se espera que la mujer sea vulnerable, ¡a todo! Pero, un hombre no debe llorar, no debe decir que va a terapia, no puede quedarse sin trabajo, no debe hablar de sus fracasos amorosos…

Sin embargo, con el paso de los años, el acceso a la información que nos ha dado la era digital ha permitido que la coraza se vaya resquebrajando. La académica y escritora estadounidense Brené Brown lleva años investigando sobre el comportamiento humano y su conexión con la sociedad. Ella parte de la premisa de que es la conexión la que da propósito a la existencia. Pero, ¿qué nos desconecta? La vergüenza. Esa vergüenza de ser distintos, de pasar por situaciones que creemos que son solo nuestras. Por irónico que parezca, la vergüenza incita al temor y es el temor por desconectarnos el que verdaderamente nos desconecta.

Existen miles de personas en el mundo que luchan internamente con sus temores. El de no ser suficientemente bueno, suficientemente guapa, suficientemente exitosa… ¿Cómo enfrentarlo? Con coraje. Porque es el coraje el que hace de tu vulnerabilidad un poder. El de hacer y decir sin temer el resultado. Esas personas que dicen te quiero sin esperar que el otro lo diga de vuelta. Esas personas que piden ayuda sin temor a ser juzgadas. Son aquellas las que dan la vuelta el discurso y las que nunca perderán su conexión con el mundo.