Lecciones del 8M

Italo Sotomayor Medina

Italo Sotomayor Medina.

Recuerdo cuando una amiga muy querida me agradeció entre dientes mis felicitaciones por el Día de la Mujer. Dijo, con frontalidad, que no era un día para celebrar. Yo, con afán diplomático, tan solo atiné a decirle: “creo que tienes razón, el Día de la Mujer no se celebra, se conmemora. Segundos después, ambos asentimos con la cabeza en señal de conformidad con lo dicho.

Esta semana, a propósito del 8 de marzo, reflexionaba sobre cuál es el rol de los hombres en un día como este. No se trata de robar protagonismo o poner los reflectores sobre nosotros, sino más bien, de establecer qué podemos hacer desde nuestro privilegio (sí, el de haber nacido hombres) para fomentar un mundo más justo para las mujeres. Muchas de las que me leen, seguramente dirán que no necesitan de ningún hombre, frente a una lucha que tan solo les pertenece a ellas; pero quiero pensar que nuestras palabras y acciones, también son relevantes en las discusiones de género.

Creo que todo debe partir de un ejercicio introspectivo, de replantearnos cómo desde nuestros espacios, podemos ser más inclusivos, promoviendo la equidad. Pensemos en aquellas normas de género que resultan francamente inseguras e insalubres; esas que no nos permiten desmantelar el privilegio masculino. Pensemos, también, en cómo podemos participar activamente en la prevención de la violencia femenina, la eliminación de las brechas salariales y digitales, la creación de espacios políticos y de poder, entre muchos otros.

El #8M es un recordatorio, espero les suceda igual a los lectores masculinos de esta columna, de que nunca viene mal desaprender los contextos machistas aprendidos en la infancia y que merecemos una aproximación al feminismo; pero una mucho más empática y comprensiva. ¿Nos damos la oportunidad?

@ItaloSotomayor

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