Ignorancia impresentable

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Carlos Freile

En los regímenes totalitarios del siglo XX los jueces acudían a los tribunales con las sentencias preparadas antes de sopesar pruebas, cargos y descargos; tal sucedía en la Unión Soviética y en la Alemania nacionalsocialista. En ciertos casos la sentencia había sido redactada en instancias superiores, pero en otros no era necesario pues el lacayo sabía bien su papel.

Nuestros inefables asambleístas acaban de incurrir en el mismo absurdo jurídico y hasta epistemológico: decidieron ‘a priori’ destituir al presidente de la República y luego se dedicaron a buscar con palito de romero las causales justificativas.

Esta actitud demuestra la ignorancia de sus protagonistas sobre los elementos mínimos del Derecho. A eso se une su proceder vergonzoso: acumular supuestas razones para cesar al presidente y luego dar pasos atrás y eliminar una de ellas, como si se tratara de un juego de quita y pon, con lo cual dieron muestra de ser impresentables. Este calificativo les calza aún más por haber afirmado con total soltura de cuerpo que el presidente se va porque se va, con un uso populachero del idioma y de los argumentos.

A cualquier persona sensata le llama la atención que 104 asambleístas hayan aprobado el informe de una comisión ocasional, lo cual ya es raro de por sí, pero causa mayor estupor que personas que parecían inteligentes, versadas en temas de institucionalidad, sensatas, se hayan mezclado con la masa de destructores de la decencia y del idioma.

Pero salgamos de la Asamblea: no podemos entender que individuos con estudios universitarios, conscientes de la realidad del país y de la condición de sus políticos, aboguen por la destitución del primer mandatario: no perciben que el mayor mal para nuestra sociedad ha sido desmantelar las bases de sus instituciones, convertirlas en carroña para el festín de las hienas populistas y de los buitres ciegos en su trasnochado comunismo.

Nota: los  cínicos perpetradores de fraudes y los ciegos de cobarde conveniencia caen en el mismo grupo de impresentables, aunque no de ignorantes, porque bien saben lo que hacen.