La suerte

Matías Dávila

Matías Dávila

Hay gente que cree fervientemente en la suerte. En que no solo se necesita ser bueno en algo, sino estar en el momento y el lugar exactos para que ese talento se traduzca en un resultado. La suerte, para los chinos, es una ecuación: oportunidad más preparación. Si uno está mejor preparado en algo, es más probable que esté listo para cazar la oportunidad. Pero para un pueblo que lee poco, como el nuestro, los casos que saltan a la vista son el del señor que se ganó la lotería o la señora que casi se muere atropellada y se salvó de milagro.

A nuestro alrededor hay miles de casos que corroboran la fórmula china. La comida más rica que uno come a diario proviene de un emprendimiento en donde está alguien que lo hace perfecto y un mercado ávido de probar cosas buenas. Lo mismo pasa en la mecánica, en la publicidad, en la medicina. Esperar que de la noche a la mañana nos pasen cosas fantásticas está bien, porque de eso también se vive y muchas veces suceden alteraciones de la normalidad, pero aquí viene la necesidad de diferenciar posible de probable. ¡Todo es posible! Ver una vaca por los aires es posible. Recientemente se lanzó una vaca en paracaídas: aterrizó bien y está viva. Es decir, ver volar una vaca es posible. Pero la pregunta es: ¿qué tan probable es verlas volar?

Que uno herede, que uno gane la lotería, que uno encuentre plata, que uno reciba un depósito inesperado es posible… pero no es probable. Por eso la China es la China y el Ecuador es el Ecuador. Los unos creen que para tener suerte se necesita muchísima preparación; mientras que los otros creen que alguien en algún momento les va a hacer el milagrito.

No importa en qué, solo prepárate. Lee, estudia, investiga, conviértete en una o un experto. Eso mejorará las probabilidades de que tengas suerte. Hay gente que no hace mucho (tal vez la quinta parte de lo que tú haces) y gana diez veces más. No llegó ahí por suerte sino porque sabe algo que el resto de nosotros no.