¿Cómo hacer las cosas bien?

Resulta difícil entender por qué en el país incluso las iniciativas aparentemente más seguras, convenientes y previsibles parecen generar más problemas que soluciones. Tal es lo que sucede ahora con Coca Codo Sinclair. La posibilidad de otorgar en concesión la obra a la constructora Sinohydro —a cambio de un reembolso de los más de tres mil millones de dólares que costó el proyecto— no es una solución que celebrar, sino otra evidencia más de la gravedad del embrollo.

La situación es una en la que el país no tiene por dónde ganar, y a la que jamás se debió llegar. Concesionar Coca Codo Sinclair implica aceptar el fracaso del Estado en sus intentos de hacer negocios a gran escala para beneficio del país, exponerse a tarifas menos convenientes y, especialmente, la vulneración para la soberanía que viene de dejar un tercio de la generación eléctrica del país en manos de una sola empresa —perteneciente a China, en un momento de sensibilidades geopolíticas exaltadas en la región—. No obstante, quedarse con la obra también implica un riesgo descomunal y un desenlace favorable en el arbitraje en curso tendrá efectos en la credibilidad y el prestigio del Ecuador en el mercado internacional. ¿Cómo es posible que en esto termine una obra que se planeó durante más de 40 años?

¿Qué hace falta para que los proyectos fluyan y se concreten para mutuo beneficio? Tanto el Gobierno como la ciudadanía necesitan encontrar respuestas a esas cuestiones si se pretende concretar las ambiciosas iniciativas que el país necesita con urgencia.