Lo incontestable

Kléber Mantilla Cisneros

El presidente, Daniel Noboa, aplica una actitud de capricho en ciertas situaciones; casi de persecución política en otras; y, hasta de silencio en ciertos temas cruciales para el país. La diplomacia exterior está desgastada por esa incursión armada a la embajada de México, en Quito; y, el pretendido despegue de un plan económico transitorio, sigue con mugre sobre algún tapete en Carondelet. Esa tensa relación con la vicepresidenta, Verónica Abad le asusta a cualquiera. A la vista, un escenario de efectos devastadores, de precariedad, e incremento de más pobreza y migración. La subida de impuestos y los constantes apagones eléctricos han llevado al joven mandatario a un peligroso desprestigio casi insalvable. Una letal caída de imagen para las próximas elecciones de 2025.

La imparcialidad de la prensa tradicional y la nula independencia del sistema de (in) justicia hacen su parte en la irónica distancia de Noboa con las necesidades básicas de la gente. Hay razones suficientes para pensar que falta empatía con el pueblo que lo eligió. El costo de la vida encarecido y las altas planillas de luz de abril reflejan una cruda realidad que se pretende callar o argumentar con más propaganda. No se pueden dar dos pasos sin tropezarse con un correísta o un anticorreísta. Algo hostil de la polarización actual en la que vivimos y la fantasía de creer que hay liderazgo para resolver la crisis de inseguridad y la energética que nos mantienen a todos pendientes.

La ciudadanía requiere respuestas y soluciones directas. Se nota, de forma pausada, los enredos familiares de los Noboa. ¿Cómo es que la primera dama, Lavinia Valbonesi no rinde cuentas al país como cualquier mortal cuando ocupa y comparte en pareja los espacios de poder? ¿A quién se le ocurre talar manglares y arrasar con la naturaleza costanera para construir un proyecto inmobiliario en el Bosque Protector Esterillo Oloncito y a nadie le importe ni diga nada el resto de autoridades? ¿Acaso, la comunidad de Olón existe en las pesadillas de la familia presidencial?

Y, no es la única ocasión del sarcasmo gubernamental para ejercer poder. La declaratoria de conflicto armado interno, implementado después del ataque a un canal de televisión a inicios de año, está salpicada de aquello. Vino la militarización de cárceles, pero sin desarmar ni tocar a la mafia. Un dato verificado es la cárcel del Inca de Quito controlada por la agrupación criminal Los Lobos, bajo auspicio y financiamiento de carteles mexicanos y colombianos. Es un secreto a voces que está entregada al hijo del delincuente Colón Pico y a alias ‘Andrecito’, un colombiano en silla de ruedas, vinculado al Cartel de Sinaloa. Afuera, dueños de la venta de droga y el robo de autos; por dentro, las telecomunicaciones, el Internet, y la tienda ‘economato’ para extorsionar con el hambre del preso a millares de familias. ¿Quién responde? ¿Quién nos gobierna?

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